Luego volvió Jesús adonde estaban los tres discípulos y les dijo: —¿Aún seguís durmiendo? Mirad que ya vienen los malvados para apresarme a mí, el Hijo del hombre.
Mateo 26:46 - Biblia Lenguaje Básico ¡Levantaos y venid conmigo, que ya está aquí el que me va a entregar! Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. Biblia Nueva Traducción Viviente Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!». Biblia Católica (Latinoamericana) ¡Levántense, vamos! El traidor está a punto de llegar. La Biblia Textual 3a Edicion Levantaos,° vamos; he aquí se acerca el que me entrega. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Levantaos, vamos; ya se acerca el que me va a entregar'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me traiciona. |
Luego volvió Jesús adonde estaban los tres discípulos y les dijo: —¿Aún seguís durmiendo? Mirad que ya vienen los malvados para apresarme a mí, el Hijo del hombre.
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce discípulos. Con él venían muchos hombres armados con espadas y palos, pues los habían enviado los sacerdotes principales y los líderes del país.
Pero primero tengo que pasar por una prueba muy difícil, y sufro mucho hasta que llegue ese momento.
Jesús les dijo: —He deseado muchísimo comer con vosotros esta Pascua, antes de mi muerte.
Pero ahora, el que va a traicionarme está aquí, sentado a la mesa conmigo.
Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús debía subir al cielo, decidió ir a Jerusalén.
pero tiene que ser así para que todos sepan que yo amo a mi Padre y que lo que él me mandó, lo cumplo fielmente. Y para terminar, Jesús les dijo: —Levantaos; salgamos de aquí.
Entonces Pedro miró hacia atrás y vio que el discípulo preferido de Jesús estaba siguiéndolos. Ese discípulo era el mismo que estaba recostado sobre el pecho de Jesús en la cena de la Pascua, y el que preguntó a Jesús quién era el que iba a traicionarle.
Pero Pablo nos contestó: —¡No lloréis, porque me partís el corazón con vuestras lágrimas! Tanto amo al Señor Jesús, que por él estoy dispuesto a ir a la cárcel e incluso a morir en Jerusalén.
Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él