a los hijos de sus otras mujeres les hizo regalos, pero los apartó de Isaac, enviándolos a los territorios del este.
Jueces 6:3 - Biblia Lenguaje Básico Cada vez que los israelitas tenían algo sembrado, venían los madianitas, los amalecitas y la gente del este, y los atacaban; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Biblia Nueva Traducción Viviente Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente, y atacaban a Israel. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando Israel sembraba, Madián hacía una incursión junto con Amalec y los hijos de Oriente. La Biblia Textual 3a Edicion Porque sucedía que cuando los de Israel acababan de sembrar, los madianitas venían con los amalecitas y con los hijos del oriente y subían contra ellos, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando Israel hacía la siembra, subían contra él los madianitas, los amalecitas y los hijos de oriente, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas, y los amalecitas, y aun los hijos de los orientales subían contra ellos; |
a los hijos de sus otras mujeres les hizo regalos, pero los apartó de Isaac, enviándolos a los territorios del este.
Jacob continuó su viaje y llegó al territorio que está al este de Canaán.
También los israelitas pasaron revista a su ejército. Luego se aprovisionaron de alimentos y salieron a atacar al ejército de Siria. El ejército israelita acampó frente al de Siria, pero era tan pequeño que, comparado con el de Siria, parecía como dos rebaños de cabras.
Fue más sabio que todos los sabios de Mesopotamia y Egipto. Por ejemplo, fue más sabio que Etán, el de Zéraj, y que los músicos Hemán, Calcol y Dardá. Su fama se extendió por todas las regiones de alrededor.
Los amalecitas salieron a luchar contra los israelitas. La batalla tuvo lugar en Refidín.
Juntos atacarán a los filisteos que viven en la costa del Mediterráneo; juntos atacarán a los edomitas, moabitas y amonitas, que viven al otro lado del río Jordán.
Dios ha jurado solemnemente: «Nunca más permitiré que los enemigos de Israel se coman vuestro trigo, o que los extranjeros beban el vino que tanto trabajo os costó elaborar.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, había vencido a las tribus de Quedar y a los reinos de Jasor. Acerca de ellos, Dios dice: ¡Soldados de Babilonia, atacad a la gente de Quedar! ¡Destruid a esas tribus de oriente!
Por eso, voy a dejar que los pueblos del este os conquisten y se adueñen de vuestra tierra. Ellos vendrán, pondrán sus campamentos en vuestro país y se quedarán a vivir en él. Todo lo que produzcan vuestros campos y rebaños les servirá a ellos de alimento.
yo os castigaré duramente hasta causaros la ruina. Os enviaré enfermedades de las que no podréis sanar, y una fiebre que os dejará ciegos y sin fuerzas. Yo me apartaré de vosotros para que vuestros enemigos os destruyan; y será inútil que sembréis pues ellos comerán lo que plantéis. Bastará con que oigáis hablar de un ataque enemigo para que salgáis huyendo sin que nadie os persiga.
Sembraréis trigo, pero no llegaréis a cosecharlo; exprimiréis las aceitunas, pero no podréis usar el aceite que saquéis: pisaréis las uvas en el lagar, pero no beberéis el vino.
Cuando acudisteis a mí suplicando que os salvara, yo os libré de los sidonios, de los amalecitas y de los madianitas.
Para atacarlos, Eglón se unió con los amonitas y los amalecitas, y se apoderó de Jericó.
Como los madianitas trataban con gran dureza a los israelitas, estos tuvieron que refugiarse en cuevas y otros lugares de difícil acceso en los montes.
Por aquellos días todos los madianitas se unieron a los amalecitas y a los pueblos del este. Cruzaron el río Jordán y acamparon en el valle de Jezrael.
acampaban en territorio israelita, destruían sus cosechas, y además se llevaban sus ovejas, sus bueyes y sus burros. No les dejaban nada que comer. Eran tantos los que venían con sus camellos, que no se podían contar. Parecían una plaga de saltamontes, pues todo lo destruían haciendo sufrir mucho a los israelitas. Llegaban incluso a la región de la costa cercana a Gaza.
Los madianitas, los amalecitas y toda la gente del este se habían dispersado por todo el valle. Parecían una plaga de saltamontes y tenían tantos camellos como granos de arena hay en la playa.
Cébaj y Salmuná estaban en Carcor con unos quince mil soldados; era todo lo que quedaba del ejército que vino de Oriente, ya que habían muerto ciento veinte mil soldados.