Yo soy el buen pastor. El buen pastor está dispuesto a morir por sus ovejas.
Juan 10:18 - Biblia Lenguaje Básico Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego porque así lo quiero. Tengo poder para entregar mi vida y tengo poder para volver a recuperarla, pues esto es lo que mi Padre me ha ordenado hacer. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. Biblia Nueva Traducción Viviente Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre». Biblia Católica (Latinoamericana) Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre. La Biblia Textual 3a Edicion Nadie me la quita, sino que Yo la pongo de mí mismo.° Tengo autoridad para ponerla y tengo autoridad para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy; tengo poder para darla y tengo poder para recobrarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre.' Biblia Reina Valera Gómez (2023) Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. |
Yo soy el buen pastor. El buen pastor está dispuesto a morir por sus ovejas.
Y así como el Padre me conoce, yo le conozco a él y estoy dispuesto a dar la vida por mis seguidores.
Mi Padre me ama porque estoy dispuesto a entregar mi vida para luego volver a recuperarla.
pero tiene que ser así para que todos sepan que yo amo a mi Padre y que lo que él me mandó, lo cumplo fielmente. Y para terminar, Jesús les dijo: —Levantaos; salgamos de aquí.
Pero solo si cumplís mis mandamientos, permaneceréis unidos a mí en el amor; así también yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco unido a él en el amor.
Jesús le respondió: —No tendrías ningún poder sobre mí si Dios no te lo hubiera dado; por eso el que me entregó a ti es más culpable de pecado que tú.
Porque, mi Padre tiene el poder para dar la vida, y me ha dado también a mí, que soy su Hijo, ese poder.
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Mi Padre me envió y él me dice cómo debo juzgar a las personas. Por eso yo juzgo correctamente, porque no hago lo que yo quiero, sino lo que quiere el Padre que me envió.
Porque no he bajado del cielo para hacer lo que yo quiera, sino para obedecer a Dios que es mi Padre, pues fue él quien me envió.
¡Pero Dios hizo que Jesús resucitara librándole del poder de la muerte! ¡Y es que la muerte no tenía ningún poder sobre él!
Fue así como matasteis a Jesús, el único que podía daros vida eterna. Pero Dios ha hecho que Jesús resucite, y de ello nosotros somos testigos.
Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados, haciendo de nosotros su pueblo, un pueblo deseoso de hacer el bien.
Pero sí vemos que, aunque Dios permitió que por algún tiempo Jesús fuera menos importante que los ángeles, ahora, por haber sufrido la muerte, ha recibido gloria y honor. Y es que, como Dios es bueno, quiso que Jesús experimentara la muerte para salvarnos a todos.