El rey David era muy anciano y, aunque lo cubrían con muchas mantas, no se le quitaba el frío.
Josué 23:2 - Biblia Lenguaje Básico así que mandó llamar a todos los jefes israelitas y les dijo: —Yo soy ya muy viejo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y avanzado en años. Biblia Nueva Traducción Viviente reunió a todos los ancianos, a los líderes, a los jueces y a los oficiales de Israel. Les dijo: «Ya estoy muy viejo. Biblia Católica (Latinoamericana) Josué entonces reunió a todo Israel junto con sus ancianos, sus jefes, sus jueces y sus escribas y les dijo: 'Estoy ahora viejo y de edad avanzada. La Biblia Textual 3a Edicion aconteció que Josué convocó a todo Israel, a sus ancianos y a sus jefes, a sus jueces y a sus oficiales, y les dijo: Yo he envejecido y estoy entrado en años. Biblia Serafín de Ausejo 1975 convocó Josué a todo Israel, con sus ancianos, jefes, jueces y escribas, para decirles: 'Yo he envejecido y soy de edad avanzada. Biblia Reina Valera Gómez (2023) llamó a todo Israel, a sus ancianos, a sus príncipes, a sus jueces y a sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y entrado en días: |
El rey David era muy anciano y, aunque lo cubrían con muchas mantas, no se le quitaba el frío.
El rey Salomón se reunió con los líderes de Israel, los jefes de las tribus y las personas más importantes de las familias israelitas. Salomón quería que todos estuvieran presentes cuando se llevara el Arca del pacto de Dios desde la parte antigua de Jerusalén hasta el Templo.
David había dicho al pueblo: —El Dios de Israel ha dado tranquilidad a su pueblo y ha decidido establecer para siempre su morada en Jerusalén. Los levitas ya no necesitan transportar la Tienda de Dios ni los utensilios que se usan en el culto. Por eso, David reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas, y les dio a conocer sus últimas decisiones con respecto a estos ayudantes. Ellos quedarían bajo las órdenes de los sacerdotes, que eran descendientes de Aarón, y los ayudarían en el trabajo del Templo. David también decidió contar a los levitas mayores de treinta años para organizarlos y repartirles los trabajos del Templo. En total se contaron treinta y ocho mil hombres, y su trabajo fue distribuido de la siguiente manera: veinticuatro mil para dirigir el trabajo en el Templo; seis mil serían asistentes y jueces; cuatro mil vigilarían las entradas del Templo; y cuatro mil serían cantores y músicos encargados de alabar a Dios con los instrumentos musicales que David había hecho. Luego, David hizo una lista de los descendientes de Leví que eran mayores de veinte años y jefes de sus grupos familiares, y los dividió en tres, según los hijos que tuvo Leví: Guersón, Queat y Merarí. Guersón tuvo dos hijos: Ladán y Simeí. Ladán tuvo tres hijos, y fueron jefes de sus grupos familiares: Jejiel, Zetán y Joel. Simeí tuvo siete hijos: Selomit, Jaciel, Harán. Jájat, Ziza, Jeús y Beriá. Como los dos menores, Jeús y Beriá, no tuvieron muchos hijos, fueron contados y registrados como si fueran una familia. Queat tuvo cuatro hijos: Amrán, Jisar, Hebrón y Uziel. Amrán tuvo dos hijos: Aarón y Moisés. Aarón y sus descendientes fueron elegidos por Dios para que siempre presentaran ante él las ofrendas más sagradas, quemaran el incienso, sirvieran a Dios y bendijeran al pueblo en su nombre. Moisés fue el hombre de Dios y sus descendientes fueron contados como parte de la tribu de Leví. Moisés tuvo dos hijos: Guersón y Eliezer. El hijo mayor de Guersón fue Sebuel, así como Rejabías lo fue de Eliezer que no tuvo más hijos. En cambio, Rejabías tuvo muchos hijos. El hijo mayor de Jisar fue Selomit. Hebrón tuvo cuatro hijos; sus nombres, del mayor al menor, fueron: Jerías, Amarías, Jajaciel y Jecamán. Uziel tuvo dos hijos; Micá, el mayor, y Jisías, el segundo. Merarí tuvo dos hijos: Majli y Musí. Majli, a su vez, tuvo también dos hijos: Eleazar y Quis. Eleazar nunca tuvo hijos varones; en cuanto a las hijas que tuvo, se casaron con sus primos, los hijos de Quis. Musí tuvo tres hijos: Majli, Éder y Jeremot. Así fueron inscritos todos los levitas, quienes quedaron a las órdenes de los sacerdotes para ayudarlos en el Templo de Dios. De acuerdo al turno y la tarea que les había tocado, los distintos grupos de levitas cumplían con estos trabajos: Cuidar y limpiar los patios del Templo, las distintas salas y todos los utensilios sagrados; también debían atender todo lo referente al culto en el Templo de Dios y tener listo todo lo que se usaba en las ofrendas: el pan santo, la harina, las tortas de pan sin levadura, las ofrendas cocidas, la masa y los instrumentos que se empleaban para pesar y medir. Tenían que acudir al Templo, por la mañana y por la tarde, para dar gracias y alabar a Dios. Finalmente, debían ayudar a los sacerdotes siempre que se presentaban los sacrificios de animales quemados en honor de Dios, es decir, los sábados, los días de luna nueva y los demás días de fiesta; todo ello según el número de animales y según el rito establecido de manera perpetua ante Dios. Tenían también a su cargo el cuidado de la Tienda del encuentro y el cuidado del santuario, debiendo asistir a sus hermanos, los descendientes de Aarón, en el servicio del Templo de Dios.
David reunió en Jerusalén a todas las autoridades de Israel, a los jefes de las tribus y de los batallones militares que estaban al servicio del rey, a los comandantes de las distintas secciones del ejército, a los administradores del patrimonio real, a los educadores de sus hijos, a sus servidores y a sus guerreros más valientes. Cuando todos estaban reunidos,
Por eso, reunid ahora a los jefes del pueblo y a los líderes de las tribus, para dejar esto bien claro: yo os he entregado las enseñanzas de Dios. De esto son testigos el cielo y la tierra.
Cuando ya habían pasado muchos años y Josué era anciano, Dios le dijo: —Tú eres ya muy viejo y todavía hay mucho territorio por conquistar.
Vosotros habéis visto todo lo que nuestro Dios ha hecho en vuestro favor con estas naciones. Dios mismo ha luchado por vosotros.
Josué hizo reunir en Siquén a todas las tribus israelitas. Convocó a todas las autoridades de Israel para que se reunieran en presencia del Señor.
—Me pedisteis un rey, y he cumplido vuestro deseo: os he dado un rey, que de ahora en adelante os gobernará. Desde mi juventud he sido vuestro jefe y mis hijos viven entre vosotros. Pero ya soy viejo y mis cabellos se han vuelto blancos. Ha llegado el momento de que, delante de Dios y de su rey, digáis cómo me he portado: ¿He sido injusto con alguno? ¿He robado a alguien su buey o su burro? ¿He maltratado o engañado a alguno? ¿He aceptado algún soborno para cometer injusticias? Si algo de esto he cometido, decidlo ahora y yo os pagaré lo que os deba.