Éxodo 19:18 - Biblia Lenguaje Básico Todo el monte estaba cubierto de humo, porque Dios había bajado en forma de fuego. El monte humeaba como si fuese un horno y retumbaba fuertemente. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. Biblia Nueva Traducción Viviente El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente. Biblia Católica (Latinoamericana) El monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en medio del fuego. Subía aquel humo como de un horno, y todo el monte temblaba muy fuerte. La Biblia Textual 3a Edicion Todo el monte Sinay humeaba, porque YHVH había descendido sobre él en el fuego,° y su humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Todo el monte Sinaí humeaba, porque había descendido sobre él Yahveh en forma de fuego, y el humo subía como la humareda de un horno. Toda la montaña retemblaba. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. |
Cuando el sol se puso y se hizo de noche, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó entre las mitades de los animales.
Echó una mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia todo el valle, y vio que del suelo subía mucho humo, como si se tratara de una gran hoguera.
Después bajaste al monte Sinaí, y hablaste desde el cielo a nuestros antepasados. Allí les diste tus mandamientos por medio de Moisés, tu servidor. Les ordenaste guardar el sábado como día dedicado a ti.
Cuando miras la tierra, ella se pone a temblar; las altas montañas demuestran tu grandeza.
Dios mío, baja del cielo, toca los montes con tu dedo y hazlos echar humo.
Echaba humo por la nariz, arrojaba fuego por la boca y lanzaba carbones encendidos.
retumbaron los truenos, brillaron los relámpagos y las nubes descargaron su lluvia.
En medio del torbellino retumbó tu voz de trueno; la luz de tus relámpagos iluminó el universo; y la tierra tembló estremecida.
Pero nadie tocará a quien lo haga, sino que deberá morir a pedradas o a flechazos; sea persona o animal morirá sin remedio. Solo podrán subir después de que oigan el toque de trompeta.
Entonces Moisés sacó del campamento a los israelitas y los llevó al pie del monte Sinaí para que se encontraran con Dios.
Cuando los israelitas escucharon los truenos y el toque de trompeta, y vieron los relámpagos y el humo que cubría el monte, sintieron mucho miedo y se mantuvieron lejos de allí.
Allí Dios se le apareció en medio de un arbusto que estaba ardiendo. A Moisés le sorprendió ver que el arbusto ardía, pero no se quemaba.
Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí y espérame allí, en la parte más alta.
Mientras ellos alababan a Dios, temblaban las puertas del Templo que se llenó de humo.
¡Dios nuestro, cómo quisiéramos que abrieras el cielo y bajaras, haciendo temblar los montes ante ti! Así tus enemigos te reconocerían como el único Dios. ¡Cómo quisiéramos que bajaras como el fuego que hace hervir el agua y quema la paja! Así las naciones temblarían ante ti.
Cuando tú te detienes, la tierra se pone a temblar; cuando miras a las naciones, todas ellas se llenan de miedo; los cerros se desmoronan, las antiguas montañas se derrumban; ¡hasta he visto temblar de miedo a la gente de Cusán y de Madián, porque tú has vuelto a actuar!
Dios hará esto para que podáis huir por en medio, pues el valle llegará hasta Asal. Huirán como en los días del terremoto, cuando Ozías era rey de Judá. Entonces vendrá mi Dios, junto con todos sus ángeles.
Porque los países lucharán unos contra otros, la gente pasará hambre, y en muchos lugares habrá terremotos.
con las siguientes palabras: «Nuestro Dios viene del monte Sinaí; su luz llega desde Edom. Desde los montes de Parán avanza el brillo de su presencia, y llega hasta Meribá, en Cadés, trayendo el fuego de la ley en su mano derecha.
Estos fueron los mandamientos que Dios os comunicó en voz alta cuando estabais al pie del monte. Su voz salía desde las llamas de fuego y desde una nube muy espesa. Dios escribió los mandamientos en dos tablas de piedra y me los entregó, sin añadir nada más.
Cuando el Señor Jesús venga desde el cielo, entre llamas de fuego y en compañía de sus poderosos ángeles, vosotros, los que ahora sufrís, recibiréis alivio como lo hemos recibido nosotros, pues él castigará a los que no obedecen su mensaje ni quieren reconocerlo;
Vosotros no os habéis acercado al monte Sinaí, que se podía ver y tocar, y en el que había fuego, oscuridad, tinieblas y tormenta.
Y es que aquel cuya voz hizo entonces temblar la tierra, nos hace ahora esta promesa: «Otra vez yo haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo».
Pero el día en que el Señor Jesús regrese, vendrá como cuando un ladrón entra en una casa a robar. En ese día, los cielos desaparecerán en medio de un ruido espantoso, el universo será destruido por el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella desaparecerá.
El Templo se llenó con el humo de la grandeza y del poder de Dios. Y a nadie se le dejaba entrar en el Templo antes de que terminaran las siete terribles calamidades que llevaban los siete ángeles.
Y cuando la estrella abrió las puertas del Abismo, de allí salió humo, como de un horno muy grande, y el humo oscureció el sol y el aire.