Abrahán respondió: —Es que pensé que aquí nadie adora a mi Dios y que me matarían para quitarme a mi mujer.
Éxodo 1:17 - Biblia Lenguaje Básico Pero Sifrá y Puá, por respeto a Dios, no obedecieron las órdenes del rey. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, como las parteras temían a Dios, se negaron a obedecer las órdenes del rey, y también dejaron vivir a los varoncitos. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños. La Biblia Textual 3a Edicion Pero las parteras tuvieron temor de ’Elohim, y no hicieron conforme a lo que el rey de Egipto les había ordenado, sino que dejaron vivir a los niños. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero las parteras temían a Dios y no obedecieron las órdenes del rey de Egipto, sino que dejaban con vida también a los niños. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mas las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaban la vida a los niños. |
Abrahán respondió: —Es que pensé que aquí nadie adora a mi Dios y que me matarían para quitarme a mi mujer.
Pasado ese tiempo, les dijo: —Yo creo en Dios. Si vosotros realmente sois gente honrada y queréis seguir con vida, haced lo siguiente: dejad aquí a uno de vosotros e id los demás a llevar el trigo a vuestros familiares, pues deben estar muriéndose de hambre. Pero tenéis que traerme a vuestro hermano menor. Así veré si es cierto lo que decís y no moriréis. Ellos aceptaron lo que José les propuso,
Sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab y de los jefes del ejército, y por tanto estos tuvieron que salir a contar a todos los israelitas.
Los que habían gobernado antes que yo se portaron mal con el pueblo, porque cobraban cuarenta monedas de plata al día por comida y vino. También sus empleados se portaron mal, pero yo no me porté de la misma manera porque amo y respeto a Dios.
los sirvientes del palacio le preguntaron por qué no obedecía la orden del rey.
Haz callar a esos mentirosos que, llenos de soberbia y desprecio, humillan al honrado.
Entonces el rey las mandó llamar y les preguntó: —¿Por qué estáis dejando con vida también a los niños?
Cuando uno ama y es fiel, consigue el perdón de los pecados; cuando respeta a Dios, procura alejarse del mal.
Respetar a Dios lleva consigo aborrecer la maldad. Yo aborrezco a la gente que es orgullosa y presumida, que nunca dice la verdad ni vive como es debido.
Termino este libro diciendo que ya todo está dicho. Todo lo que debemos hacer es respetar a Dios y obedecerlo porque en eso consiste ser una persona de verdad.
Tal vez haya gente malvada que peque y vuelva a pecar, y viva muchos años; pero yo sé que no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Pasarán por la vida como una sombra, porque no respetan a Dios. En cambio, a quienes aman y respetan a Dios les irá mejor.
así que fueron y lo acusaron ante el rey diciéndole: —Tú, majestad, has ordenado que durante un mes nadie adore a ningún dios ni persona que no seas tú mismo. El rey ha ordenado también que quien desobedezca esta orden sea echado al foso de los leones. El rey respondió: —Así es, y las leyes de los medos y los persas nadie las puede cambiar.
El reino de Israel es maltratado y nadie respeta sus derechos porque adoró a dioses falsos.
Puesto que os habéis portado tan mal como Omrí, rey de Israel, y habéis seguido el mal ejemplo de la familia del rey Ajab, voy a destruiros y hacer que la gente os humille y se burle de vosotros.
No tengáis miedo de los que pueden destruir el cuerpo, pero no el alma. Temed a Dios, que es el que puede destruir en el infierno el cuerpo y el alma.
Temed más bien a Dios que no solo puede matar el cuerpo, sino que también puede enviaros al infierno. A él sí debéis temerle.
Pedro y los demás apóstoles respondieron: —Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier otro.
Acto seguido el rey ordenó a sus guardias: —¡Matad a todos esos sacerdotes! Ellos sabían que David huía de mí y en vez de avisarme le dieron protección. Pero como los guardias no se atrevieron a matar a los sacerdotes de Dios,