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Esdras 10:1 - Biblia Lenguaje Básico

Mientras Esdras estaba de rodillas frente al Templo, reconociendo el pecado del pueblo, una gran cantidad de hombres, mujeres y niños se juntó alrededor de él, llorando amargamente.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Mientras Esdras oraba y hacía esa confesión llorando y postrado rostro en tierra delante del templo de Dios, una gran multitud de Israel —hombres, mujeres y niños— se congregó y lloró amargamente con él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Esdras hacía esta oración y esta confesión, entre sollozos y postrado delante del Templo de Dios, mientras una gran multitud de israelitas, hombres, mujeres y niños se congregaban alrededor de él; el pueblo también sollozaba a gritos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y mientras Esdras oraba y hacía confesión, llorando y postrado delante de la Casa de Dios, se reunió en torno a él una gran multitud de hombres y mujeres y niños de Israel; y todo el pueblo lloraba amargamente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Mientras Esdras oraba, llorando y postrado ante el templo de Dios, se congregó en torno a él un concurso muy numeroso de israelitas: hombres, mujeres y niños. El pueblo lloraba muy copiosamente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando Esdras hubo orado y confesado, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo con gran llanto.

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Lòt tradiksyon



Esdras 10:1
29 Referans Kwoze  

y le dijo: —He escuchado tus oraciones y tus ruegos. Este Templo, que tú has edificado, lo he dedicado a mi nombre y en él viviré para siempre. Lo cuidaré y no dejaré de protegerlo ni un momento.


Todo el pueblo de Judá, hombres, mujeres y niños, estaba de pie en el Templo de Dios.


«Si en alguna ocasión nos castigas con toda clase de males y, en medio de nuestras angustias, venimos a presentarnos ante ti en este Templo donde tú habitas, escúchanos y sálvanos».


Después, Esdras salió del Templo de Dios y se fue a la habitación de Jojanán hijo de Eliasib, y se quedó allí esa noche. Estaba tan triste por la desobediencia de los que habían vuelto de Babilonia que no quiso ni comer ni beber.


Cuando oí esto, me senté y rompí a llorar. Durante varios días estuve muy triste y no comí nada. Entonces dirigí a Dios esta oración:


Escúchame y atiende mi oración, pues soy tu servidor. Día y noche te he rogado por los israelitas, que también son tus servidores. Reconozco que todos hemos pecado contra ti. He pecado yo y también mis antepasados.


Y al oír lo que el libro decía, todos comenzaron a llorar. Entonces el gobernador Nehemías, el escriba y sacerdote Esdras y los levitas dijeron a la gente: —¡No os pongáis tristes! No lloréis, porque este día está dedicado a nuestro Dios.


Me dan ganas de llorar cuando veo que nadie cumple tus leyes.


Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste.


Si por causa de vuestro orgullo no obedecéis, lloraré amargamente y en secreto, hasta que ya no pueda más, porque vosotros, pueblo de Dios, seréis llevados presos a una nación lejana.


¡Quisiera huir al desierto y buscar allí un albergue para apartarme de mi pueblo, pues todos ellos son rebeldes, son una banda de traidores!


Mientras yo estaba orando por Jerusalén, y pidiendo perdón por mis pecados y los de mi pueblo,


Tu maldad te ha hecho caer, Israel. ¡Arrepiéntete y regresa a tu Dios! Ven ante él con esta oración: «Perdona nuestros pecados y acepta las alabanzas que te presentamos como ofrenda.


Ese día haré que los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén oren y lamenten al mirar al que atravesaron con una lanza. Y será tan grande su tristeza que llorarán como si hubieran perdido a su único hijo.


Confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río.


Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén y vio la ciudad, lloró


Cornelio le respondió: —Hace cuatro días, como a las tres de la tarde, yo estaba aquí en mi casa, orando. De pronto se me apareció un hombre con ropa resplandeciente,


Pero, pasados los siete días, decidimos seguir nuestro viaje. Todos los hombres, las mujeres y los niños nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Al llegar a la playa, nos arrodillamos y oramos.


Es verdad que estoy muy triste, y que en mi corazón siento un dolor que no me deja.


Todos, sin falta, deben ir a esa fiesta: hombres, mujeres, niños e inmigrantes. Allí escucharán la lectura de esta ley, y aprenderán a respetar a Dios y a obedecer sus mandamientos.


Josué y los jefes de los israelitas se acercaron al Arca de Dios, rasgaron su ropa y se echaron ceniza sobre la cabeza para mostrar su gran tristeza. Luego se inclinaron hasta tocar el suelo con su frente, y así permanecieron hasta que anocheció.


No dejó absolutamente nada por leer ante todo el pueblo de Israel que estaba presente, incluidas mujeres, niños y también los extranjeros que vivían entre ellos.