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Daniel 2:11 - Biblia Lenguaje Básico

Es algo tan difícil que solo los dioses podrían darle una respuesta, ¡pero ellos no viven en este mundo!

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Es imposible cumplir con lo que el rey exige. Nadie, excepto los dioses, puede contar al rey su sueño, pero los dioses no habitan entre los hombres.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El rey pide demasiado; sólo los dioses pueden satisfacer esa exigencia del rey, pero ellos no se encuentran en el mundo de los mortales'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque el asunto que el rey demanda es cosa ardua, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses, cuya morada no está con la carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Lo que el rey pide es tan difícil que nadie se lo puede descubrir al rey, salvo los dioses, cuya morada no está entre los hombres'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Finalmente, el asunto que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

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Lòt tradiksyon



Daniel 2:11
25 Referans Kwoze  

Por eso le dijo a José: —Dios te ha dado a conocer todo esto, y eso quiere decir que no hay nadie tan sabio e inteligente como tú. Así que, a partir de este momento, quedas a cargo de mi palacio y de todo mi pueblo. Todos en Egipto tendrán que obedecerte. Solo yo tendré más poder que tú, porque soy el faraón.


Sin embargo, al levantarse estaba tan preocupado que mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto. Les contó sus sueños, pero ninguno pudo decirle lo que significaban.


Pero, ¿podrás acaso, Dios mío, habitar en la tierra? Si la inmensidad de los cielos no es suficiente para contenerte, mucho menos lo será este Templo que te he construido.


Si la inmensidad de los cielos no es suficiente para contenerte, mucho menos lo será este Templo que te he construido.


«Aquí pondré mi Templo. Aquí habitaré para siempre, porque así lo he decidido.


Son miles los carros que Dios usa para la guerra; en ellos llega desde el Sinaí para entrar en su santuario.


Yo viviré entre los israelitas y seré su Dios.


Babilonia, sigue con las brujerías y la magia que has practicado toda tu vida, a ver si te sirven de algo, a ver si consigues asustar a alguien.


Soy yo, el Dios excelso quien lo digo, yo que vivo por siempre; yo que vivo en un lugar alto y sagrado, pero que también estoy con los pobres y animo a los humildes y afligidos.


Dios vive en el monte Sion, y quiere que tanto yo como mis hijos sirvamos de advertencia al pueblo de Israel.


Cuando vinieron, les conté mi sueño; pero ninguno pudo decirme lo que significaba.


Aquí en Babilonia hay un joven muy inteligente y sabio. En él vive el espíritu de Dios. Nabucodonosor, tu padre, lo conocía bien, y por eso lo puso como jefe de todos los sabios y adivinos del reino.


Y no contaminaréis la tierra donde residís porque yo, que soy vuestro Dios, habito también en medio de ella, en medio de los hijos de Israel.


Jesús los miró y les dijo: —Para la gente eso es imposible de conseguir; pero para Dios todo es posible.


Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único del Padre, que le ha llenado de gracia y de verdad.


Él os enseñará lo que es la verdad. Los que no creen en Dios y solo se preocupan por lo que pasa en este mundo, no pueden recibir al Espíritu, porque no lo ven ni lo conocen. Pero vosotros sí lo conocéis, porque está con vosotros, y siempre estará a vuestro lado.


Jesús le contestó: —Si alguien me ama, hará caso de mis enseñanzas. Dios mi Padre lo amará, y vendremos a vivir con él.


Nosotros somos el templo de Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos. Dios mismo dijo: Viviré con este pueblo y caminaré con ellos. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Y oí una fuerte voz que salía del trono y decía: —Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos y ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos.