Cantares 1:5 - Biblia Lenguaje Básico ¡Muchachas de Jerusalén! Yo soy morena, sí, como las tiendas de Quedar. Y soy también hermosa, como las cortinas de Salomón. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón. Biblia Nueva Traducción Viviente Soy morena pero hermosa, oh mujeres de Jerusalén, morena como las carpas de Cedar, morena como las cortinas de las carpas de Salomón. Biblia Católica (Latinoamericana) Soy morena, pero bonita,
hijas de Jerusalén,
como las carpas de Quedar,
como las carpas de Salomón. La Biblia Textual 3a Edicion Hijas de Jerusalem, Soy negra,° pero codiciable, Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Soy morena, pero hermosa, hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar, como los pabellones de Salmá. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable; como las cabañas de Cedar, como las cortinas de Salomón. |
Tus vestidos huelen a finísimos perfumes; desde los palacios de marfil te alegra la música de arpas.
Dios mío, ¡muéstranos tu bondad y bendice nuestro trabajo! ¡Sí, bendice nuestro trabajo!
Amada paloma mía, no te escondas en las rocas; muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz. ¡Tu voz es dulce! ¡Tu rostro es bello!».
Muchachas de Jerusalén, quiero que me prometáis, por las gacelas y ciervas que corren por los bosques, que no molestaréis a mi amada ni la despertaréis de su sueño hasta que ella sola se despierte.
Ordenó que le pusieran columnas de plata, soportes de oro y un asiento de tela púrpura. Las muchachas de Jerusalén decoraron su interior con gran delicadeza.
Muchachas de Jerusalén, quiero que me prometáis, por las gacelas y ciervas que corren por el bosque, que no molestaréis a mi amada ni la despertaréis de su sueño hasta que ella sola se despierte.
Son rojos tus labios cual cinta escarlata, y melodiosas tus palabras. Tus mejillas, tras el velo, son rojas como granadas.
Hay dulzura en sus labios; ¡es un hombre encantador! ¡Así es mi amado, muchachas de Jerusalén! ¡Así es mi amado!
Muchachas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, decidle, por favor, ¡que estoy muriendo de amor!
Eres bella, amada mía; bella como la ciudad de Tirsá, hermosa como Jerusalén, majestuosa como un ejército con las banderas desplegadas.
Muchachas de Jerusalén, quiero que me prometáis que no molestaréis a mi amada ni la despertaréis de su sueño hasta que ella sola se despierte.
Dios dijo a Isaías: «Dentro de un año acabaré con la hermosura de la región árabe de Quedar, como quien termina el contrato de un trabajador.
Creció el Siervo como tallo tierno en tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo ni deseable.
Te traerán los rebaños de Quedar y pondrán a tu disposición los carneros de Nebayot para que los lleves ante mi altar como ofrendas agradables; de esta manera llenaré mi Templo de gloria y de esplendor.
¡Mi Dios me llena de alegría; su presencia me llena de gozo! Él me ha concedido la victoria y me ha vestido de fiesta, como novio en traje de gala o novia adornada con sus joyas.
De tal manera traté a Jerusalén, que la hice famosa. Todo el mundo la consideraba una belleza perfecta. Os aseguro que así fue.
Los de Arabia y todos los príncipes de Quedar te pagaban con corderos, chivos y carneros.
Lo más que puede hacer el discípulo es ser igual a su maestro, y el criado ser igual a su amo. Si la gente dice que yo soy el diablo, entonces, ¿qué no dirán de vosotros, que sois mis discípulos?
Cuando el rey entró en el salón para conocer a los invitados, vio a uno que no estaba bien vestido para la fiesta,
¡Habitantes de Jerusalén, que matáis a los profetas y a los mensajeros que Dios os envía! Muchas veces he querido protegeros, como la gallina que cuida a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me habéis dejado.
Pero antes de que el muchacho terminara de hablar, el padre llamó a los criados y les dijo: «¡Pronto! Traed la mejor ropa y vestidlo. Ponedle un anillo, y también sandalias.
Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos a nosotros inocentes por medio de Cristo.
En cambio Sara representa al nuevo pacto, por el cual pertenecemos a la Jerusalén del cielo, la ciudad que es nuestra madre y en la que todos somos libres.
Lo hizo para consagrarla a Dios, limpiándola por medio de su mensaje y del agua del bautismo.
Mirad que amor tan grande nos tiene el Padre, hasta el punto de poder ser llamados hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los que pertenecen a este mundo pecador no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.