En aquel tiempo el pueblo ofrecía sus sacrificios a Dios en los santuarios de las colinas, porque todavía no se había construido un Templo para Dios.
2 Reyes 12:4 - Biblia Lenguaje Básico Pero no quitó los santuarios locales donde el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso a los ídolos. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero consagrado que se suele traer a la casa de Jehová, el dinero del rescate de cada persona según está estipulado, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa de Jehová, Biblia Nueva Traducción Viviente Cierto día, el rey Joás dijo a los sacerdotes: «Recojan todo el dinero que se traiga como ofrenda sagrada al templo del Señor, ya sea el pago de una cuota, el de los votos o una ofrenda voluntaria. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero no desaparecieron los Altos lugares, y el pueblo siguió sacrificando y quemando incienso en los Altos lugares. La Biblia Textual 3a Edicion Y Joás dijo a los sacerdotes: Toda la plata consagrada que se acostumbra traer a la Casa de YHVH, tanto la plata del rescate de cada persona, según está estipulado, así como la plata que cada uno trae voluntariamente° a la Casa de YHVH, Biblia Serafín de Ausejo 1975 No obstante, no desaparecieron los lugares altos y el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero de las santificaciones que se suele traer a la casa de Jehová, el dinero de los que pasan en cuenta, el dinero por las personas, cada cual según su tasa, y todo el dinero que cada uno de su corazón trae a la casa de Jehová, |
En aquel tiempo el pueblo ofrecía sus sacrificios a Dios en los santuarios de las colinas, porque todavía no se había construido un Templo para Dios.
Salomón amaba a Dios y seguía las instrucciones que le había dado su padre David. Sin embargo, también él ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios de las colinas.
En aquel tiempo Jazael, rey de Siria, atacó la ciudad de Gat y se apoderó de ella. Desde allí se dirigió a Jerusalén con intención de atacarla.
Un día Joás le dijo a los sacerdotes: —Recoged el dinero de las ofrendas que la gente lleva al Templo de Dios, tanto de las ofrendas obligatorias como de las voluntarias. Tomad todo ese dinero y utilizadlo para reparar los desperfectos del Templo.
no quitó los santuarios locales donde el pueblo seguía quemando incienso y ofreciendo sacrificios a los dioses.
Sin embargo, no quitó los santuarios locales de las colinas, en los que la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso.
También ofreció sacrificios y quemó incienso en los santuarios locales de las colinas y bajo la sombra de cualquier árbol frondoso.
También quemaron incienso a los ídolos como hacían las naciones que Dios había expulsado de ese territorio cuando llegaron los israelitas. Cometieron, pues, toda clase de maldades, y por eso Dios se enfureció,
para que le dijera a Jilquías, jefe de los sacerdotes: —Toma el dinero que la gente ha entregado a los que cuidan las entradas del Templo,
David entregó todo esto a Dios, junto con el oro y la plata de las naciones que había conquistado: Edom, Moab, Amón, Filistea y Amalec.
Yo sé, Dios mío, que tú te das cuenta de nuestras intenciones y que te gusta que seamos sinceros. Por eso siento una gran alegría al comprobar que tanto yo como el pueblo hemos presentado nuestras ofrendas, de buena voluntad y con toda sinceridad.
También llevó al Templo todos los objetos de oro y plata que tanto él como su padre habían ofrecido a Dios.
y allí guardaron todos los diezmos y ofrendas que la gente había traído. Para cuidar de todo eso, nombraron a Quenanías y a su hermano Simeí, que eran levitas.
A los sacerdotes los organizó de acuerdo a sus tareas, y los animó para que hicieran bien su trabajo en el Templo de Dios.
Todos sus vecinos les dieron recipientes de oro y plata, así como otros bienes, ganado y otros objetos valiosos, además de muchas ofrendas.
En total entregaron cuatrocientos ochenta y ocho kilos de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos de plata y cien túnicas para sacerdotes, que fue cuanto pudieron dar.
Lleva también todo el oro y la plata que puedas conseguir en la provincia de Babilonia, además de las ofrendas que la gente y los sacerdotes den voluntariamente para el Templo de Dios.
Todos los israelitas, hombres y mujeres, llevaron su ofrenda voluntaria y se la entregaron a Moisés para la construcción de todo lo que Dios había ordenado.
Quiero que recojáis una ofrenda voluntaria para el santuario de nuestro Dios. Traed oro, plata y bronce;
Porque ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.