Al bueno lo guía la justicia; al traidor lo destruye la hipocresía.
La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.
La honestidad guía a la gente buena; la deshonestidad destruye a los traicioneros.
La integridad guía a los hombres rectos; la perversidad lleva a los impíos a su perdición.
La integridad de los rectos los encamina, Pero a los pecadores los destruye su propia maldad.
La integridad guía a los justos; la falsedad arruina a los impíos.
La integridad guiará a los rectos; mas a los pecadores los destruirá su perversidad.
En ti he puesto mi confianza. Mi honradez y mi inocencia me harán salir victorioso.
1-2 (1b-2) Dios mío, declárame inocente, pues vivo una vida honrada y en ti confío ciegamente. Dime si te agrada lo que pienso y lo que siento.
Cuando somos honrados, todo en la vida es más fácil; pero a los malvados su propia maldad los destruye.
Al bueno lo protege su honradez; al pecador lo arruina su maldad.
El tonto fracasa en todo, y luego dice: «¡Dios tiene la culpa!»
En cambio, esos malvados, en los que no se puede confiar, serán destruidos por completo.
La violencia destruye a los malvados porque se niegan a hacer justicia.
Dios protege al sabio, pero pone en vergüenza al mentiroso.
El hombre honrado quedará a salvo; el de mala conducta un día caerá.
¡Ni tan malo ni tan tonto que mueras antes de tiempo!
Pero haré pedazos a los rebeldes y a los que me abandonen.
Entre los hombres que mataron estaban cinco reyes madianitas: Eví, Réquem, Sur, Hur y Reba. También estaba Balaam hijo de Beor.
Si alguien quiere obedecer a Dios, podrá saber si yo enseño lo que Dios ordena, o si hablo por mi propia cuenta.