Les advierto que, si se pelean y se hacen daño, terminarán por destruirse unos a otros.
Jueces 9:49 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Todos cortaron ramas y fueron con Abimélec hasta el refugio del templo, allí pusieron las ramas y les prendieron fuego. Así quemaron la torre, y murieron todos los que estaban dentro de ella, que eran unas mil personas, entre hombres y mujeres. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces, siguiendo el ejemplo de Abimelec, cada uno de ellos cortó ramas. Amontonaron las ramas contra las paredes del templo y les prendieron fuego. Así murieron todos los que vivían en la torre de Siquem, unas mil personas, tanto hombres como mujeres. Biblia Católica (Latinoamericana) Cada uno de sus hombres cortó entonces una rama. Salieron caminando tras Abimelec y pusieron las ramas sobre la cripta, luego le prendieron fuego y quemaron la cripta. Así murió toda esa gente de la Torre de Siquem: cerca de mil hombres y mujeres. La Biblia Textual 3a Edicion Y todo el pueblo cortó también su rama, y cada uno siguió a Abimelec, y colocándolas contra la fortaleza, prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los habitantes de la torre de Siquem murieron, unos mil entre hombres y mujeres. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y toda la gente cortó cada uno una rama, siguieron tras de Abimélec, echaron las ramas sobre la cripta y le prendieron fuego. Así perecieron todos los que estaban en la torre de Siquén: unas mil personas entre hombres y mujeres. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y así todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres. |
Les advierto que, si se pelean y se hacen daño, terminarán por destruirse unos a otros.
pero el arbusto, que estaba lleno de espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano”.
Pero si no es así, que salga de Abimélec un fuego que devore a la gente de Siquem y de Bet-miló, y que de estas dos ciudades salga un fuego que lo destruya a él.»
así que se fue con toda su gente al monte Salmón. Con un hacha cortó unas ramas, se las colocó sobre el hombro, y les dijo a sus hombres que hicieran lo mismo con rapidez.