David le contestó: —Dile a Joab que no se preocupe. En la guerra, cualquiera puede morir. Tú, anímalo y dile que siga atacando la ciudad hasta que la conquiste.
Jueces 20:22 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Entonces los israelitas volvieron a Betel y todo el día se estuvieron lamentando delante de Dios. Después le preguntaron: «Dios nuestro, ¿debemos atacar otra vez a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín?» Dios les contestó que sí. Entonces los israelitas se animaron y nuevamente se prepararon para el combate, en el mismo lugar del día anterior. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer día. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, los israelitas se animaron unos a otros y otra vez tomaron sus posiciones en el mismo lugar donde habían luchado el día anterior. Biblia Católica (Latinoamericana) El ejército de Israel se reanimó y de nuevo se puso en fila en el mismo lugar que el primer día. La Biblia Textual 3a Edicion Sin embargo, se rehizo la gente de los hombres de Israel, y volvieron a ordenar batalla en el lugar donde lo habían hecho el primer día. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Sin embargo, los israelitas cobraron ánimos y se pusieron en orden de batalla en el mismo lugar en que se habían organizado el día anterior. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel tornaron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer día. |
David le contestó: —Dile a Joab que no se preocupe. En la guerra, cualquiera puede morir. Tú, anímalo y dile que siga atacando la ciudad hasta que la conquiste.
5 (6) Cuando hacen sus planes malvados, se animan los unos a los otros; piensan dónde esconder sus trampas, y creen que nadie las verá.
De las otras ciudades de la tribu de Benjamín vinieron veintiséis mil soldados, los cuales se unieron a los setecientos soldados especiales que había en Guibeá.
Las demás tribus israelitas reunieron cuatrocientos mil guerreros bien entrenados.
Los hombres estuvieron a punto de apedrear a David, pues le echaban la culpa de que los amalecitas se hubieran llevado a sus mujeres y a sus hijos. Sin embargo, David confiaba en que Dios podía ayudarlo, así que se animó