Pero Simeón y Leví, hermanos de Dina, fueron al pueblo tres días después. Espada en mano atacaron por sorpresa a todos los hombres circuncidados y los mataron, pues ninguno pudo defenderse por los dolores que tenían.
Génesis 34:26 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Luego de matar a Jamor y a Siquem, sacaron a Dina de la casa. Antes de marcharse, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. Biblia Nueva Traducción Viviente entre ellos Hamor y su hijo Siquem. Los mataron a espada, y después sacaron a Dina de la casa de Siquem y regresaron a su campamento. Biblia Católica (Latinoamericana) Mataron a Hamor y a su hijo Siquem, y tomando a Dina de la casa de Siquem, se fueron. La Biblia Textual 3a Edicion Y asesinaron a filo de cuchillo a Hamor y a Siquem su hijo, y sacaron a Dina de la casa de Siquem, y salieron. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pasaron a filo de espada a Jamor y a su hijo Siquén, tomaron a Dina de la casa de Siquén, y se salieron. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y a Hamor y a Siquem, su hijo, los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y salieron. |
Pero Simeón y Leví, hermanos de Dina, fueron al pueblo tres días después. Espada en mano atacaron por sorpresa a todos los hombres circuncidados y los mataron, pues ninguno pudo defenderse por los dolores que tenían.
pisotearon los cadáveres y robaron todo lo que había en el pueblo. Se llevaron ovejas, vacas y burros, y todo lo que encontraron a su paso en el pueblo y en el campo. También entraron a las casas y las robaron, llevándose además todas sus riquezas, sus mujeres y sus niños. Así vengaron la violación de su hermana Dina.
Pero Abner le gritó a Joab: —Ya no nos matemos unos a otros. Ordénales a tus soldados que dejen de perseguirnos. Al fin de cuentas, somos hermanos, y lo único que vamos a sacar de todo esto es dolor y tristeza.
Ese día, Asiria será derrotada, pero no por ningún ser humano. Por causa de la guerra su gente querrá escapar, y sus jóvenes guerreros serán hechos esclavos.
A unos los matarán con espada, y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será destruida y conquistada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente sea destruida.
¡Voy a empapar mis flechas en la sangre de los prisioneros! ¡Voy a cortarles la cabeza a todos sus capitanes!”