Entonces Secanías hijo de Jehiel, que era descendiente de Elam, le dijo a Esdras: «Nosotros hemos desobedecido a nuestro Dios al casarnos con mujeres de países que adoran a otros dioses. Pero todavía hay esperanza para nuestro pueblo Israel.
Éxodo 18:24 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Moisés siguió el consejo de su suegro. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. Biblia Nueva Traducción Viviente Moisés escuchó el consejo de su suegro y siguió sus recomendaciones. Biblia Católica (Latinoamericana) Moisés escuchó a su suegro e hizo todo lo que le había dicho. La Biblia Textual 3a Edicion Y obedeció Moisés a la voz de su suegro, e hizo todo lo que le dijo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Moisés escuchó el consejo de su suegro, e hizo todo lo que le había dicho. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. |
Entonces Secanías hijo de Jehiel, que era descendiente de Elam, le dijo a Esdras: «Nosotros hemos desobedecido a nuestro Dios al casarnos con mujeres de países que adoran a otros dioses. Pero todavía hay esperanza para nuestro pueblo Israel.
Entonces Esdras se puso de pie, llamó a todos los israelitas, incluyendo a los principales sacerdotes y a sus ayudantes, y les hizo prometer que cumplirían lo que Secanías había propuesto. Y ellos prometieron hacerlo.
les dio seguridad para que no tuvieran miedo, pero hizo que a sus enemigos se los tragara el mar.
Escucha mi consejo, y que Dios te ayude. Tú debes presentarte ante Dios en representación del pueblo, y pedirle la solución de los problemas.
Si Dios te ordena seguir mi consejo, y lo pones en práctica, tú podrás aguantar y el pueblo se irá a su casa feliz y contento.
Eligió gente capaz y le dio autoridad para atender los problemas del pueblo. A unos les dio autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre cincuenta y a otros sobre diez.
Ustedes, los sabios e inteligentes, escuchen lo que voy a decirles. Así se harán más sabios y ganarán experiencia.
El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Tampoco la cabeza puede decirle a los pies: «No los necesito».
«Para ese tiempo, Dios les había dado a ustedes tantos descendientes que llegaron a ser un pueblo muy grande. Yo mismo le pedí a Dios que los bendijera y los hiciera mil veces más grandes de lo que ya eran. Entonces me di cuenta de que yo solo no podría encargarme de todos los problemas de ustedes.