En ese tiempo llegó Tiglat-piléser, y conquistó las ciudades de Iión, Abel-bet-maacá, Janóah, Quedes, Hasor, Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí. A los habitantes de esos lugares se los llevó prisioneros.
2 Reyes 8:11 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Después Eliseo miró fijamente a Hazael hasta que este se sintió incómodo. El profeta se puso a llorar Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y el varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de Dios. Biblia Nueva Traducción Viviente Eliseo se quedó mirando a Hazael tan fijamente que Hazael se sintió incómodo. Entonces el hombre de Dios se puso a llorar. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces el rostro del hombre de Dios se contrajo y su mirada quedó fija, poniéndose después a llorar. La Biblia Textual 3a Edicion Y lo miró fijamente hasta que se avergonzó. Entonces el varón de Dios rompió a llorar. Biblia Serafín de Ausejo 1975 El varón de Dios, demudado el rostro, se quedó totalmente paralizado y luego rompió a llorar. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y mantuvo firme su rostro, hasta que se sintió avergonzado; y lloró el varón de Dios. |
En ese tiempo llegó Tiglat-piléser, y conquistó las ciudades de Iión, Abel-bet-maacá, Janóah, Quedes, Hasor, Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí. A los habitantes de esos lugares se los llevó prisioneros.
Pero tanto le insistieron que acabó diciendo: —De acuerdo, ¡vayan! Entonces los profetas enviaron a cincuenta hombres, y durante tres días estuvieron buscando a Elías, pero no lo encontraron.
Si por causa de su orgullo ustedes no obedecen, lloraré amargamente y en secreto, hasta que ya no pueda más, porque ustedes, pueblo de Dios, serán llevados presos a una nación lejana.
»Tú, Jeremías, diles de mi parte: “Día y noche lloraré sin cesar porque mi pueblo preferido ha sufrido una terrible desgracia; ¡ha recibido una herida muy grave!
«¡No aguanto más este dolor! ¡Mi corazón está por estallar! ¡Estoy tan agitado que no puedo quedarme callado! Ya escucho el sonido de la trompeta; ya oigo los gritos de batalla.
1 (8.23) »¡Quisiera tener lágrimas suficientes, para llorar día y noche por los muertos de mi pueblo!
Aunque he sufrido mucho por los problemas que me han causado algunos judíos, con toda humildad he cumplido con lo que el Señor Jesús me ha ordenado.
»Por eso, tengan mucho cuidado. Recuerden los consejos que les he dado durante tres años, a pesar de tantos problemas y dificultades.
Es verdad que estoy muy triste, y que en mi corazón siento un dolor que no me deja.
Hay muchos que viven como si la muerte de Cristo en la cruz no sirviera de nada. Eso ya se lo había dicho a ustedes varias veces, pero ahora vuelvo a repetirlo con lágrimas en los ojos.