Cada uno de ellos mató a un enemigo del ejército de Siria. Los sirios se escaparon y los israelitas los persiguieron. Pero Ben-hadad pudo escaparse.
2 Reyes 7:7 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Así que los sirios huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas de campaña, sus caballos y burros. Con tal de salvar sus vidas, se fueron y dejaron el campamento tal y como estaba. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que se llenaron de pánico y huyeron en la oscuridad de la noche; abandonaron sus carpas, sus caballos, sus burros y todo lo demás, y corrieron para salvar la vida. Biblia Católica (Latinoamericana) Habían pues huido al ponerse el sol, abandonando sus tiendas, caballos y burros, en una palabra, el campamento tal cual estaba, pensando sólo en salvar su vida. La Biblia Textual 3a Edicion Por lo que se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, y sus caballos, y sus asnos; dejando el campamento tal como estaba, y habían huido por sus vidas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y al atardecer se levantaron y se dieron a la fuga abandonando sus tiendas, sus caballos y asnos, y el campamento tal como estaba; pues habían huido para salvar sus vidas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y así se levantaron y huyeron al anochecer, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos y el campamento como estaba; y huyeron para salvar sus vidas. |
Cada uno de ellos mató a un enemigo del ejército de Siria. Los sirios se escaparon y los israelitas los persiguieron. Pero Ben-hadad pudo escaparse.
El miedo y el desastre los siguen por todas partes; ¡no los dejan ni un momento!
De nada sirven los caballos para ganar una guerra, pues a pesar de su fuerza no pueden salvar a nadie.
12 (13) «¡Huyen los reyes, huyen sus ejércitos!» Las mujeres, en sus casas, se reparten las riquezas que le quitaron al enemigo:
En las manos de Dios los planes del rey son como un río: toman el curso que Dios quiere darles.
El que nada debe, nada teme, pero el malvado siempre huye aunque nadie lo persiga.
Ahora bien, como Dios no miente, su promesa y su juramento no pueden cambiar. Esto nos consuela, porque nosotros queremos que Dios nos proteja, y confiamos en que él nos dará lo prometido.
Los israelitas se quedaron quietos en sus puestos, rodeando el campamento enemigo. Al oír los gritos, todos los del ejército madianita salieron corriendo.
Además, Dios hizo que temblara la tierra, y el ejército filisteo se asustó mucho.