En ese momento, Dios mandó fuego, y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el polvo. ¡También el agua que estaba en la zanja se evaporó!
2 Reyes 1:12 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Pero Elías le contestó: —Ya que soy profeta, pido que caiga fuego del cielo y te queme a ti y a tus cincuenta soldados. Y volvió a caer fuego del cielo, y mató al capitán y a los cincuenta soldados. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y le respondió Elías y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a sus cincuenta. Biblia Nueva Traducción Viviente Elías respondió: —Si yo soy un hombre de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta hombres! Y de nuevo el fuego de Dios cayó del cielo y los mató a todos. Biblia Católica (Latinoamericana) Elías le respondió: '¡Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres!' Y el fuego de Dios bajó del cielo, y lo devoró a él y a sus cincuenta hombres. La Biblia Textual 3a Edicion Y respondió Elías: Si yo soy varón de Dios, ¡descienda fuego de los cielos y te consuma a ti y a tus cincuenta! Y bajó fuego de Dios de los cielos y lo consumió a él y a sus cincuenta. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Respondió Elías y les dijo: 'Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres'. Y al instante bajó del cielo un fuego de Dios que los devoró a él y a sus cincuenta. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y les respondió Elías, y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo y te consuma con tus cincuenta. Y el fuego de Dios descendió del cielo y lo consumió a él y a sus cincuenta. |
En ese momento, Dios mandó fuego, y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el polvo. ¡También el agua que estaba en la zanja se evaporó!
Luego el rey mandó a otro capitán con cincuenta soldados más. Cuando el capitán encontró a Elías le dijo: —Profeta, el rey te ordena que bajes rápidamente.
El rey mandó por tercera vez a otro capitán con cincuenta soldados. Pero este capitán subió a donde estaba Elías, se arrodilló delante de él y le rogó: —Profeta, ya sé que los soldados que vinieron antes de mí murieron consumidos por el fuego que cayó del cielo. Te suplico que no nos mates, ¡somos tus esclavos! ¡Por favor, perdónanos la vida!
Todavía estaba hablando ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo a Job: «¡Un rayo acaba de matar a las ovejas y a los pastores! ¡Solo yo pude escapar para darle la noticia!»