Luego de hablar con Abraham, Dios se fue de allí. Abraham, por su parte, regresó a su tienda de campaña.
1 Reyes 10:2 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual Llegó a Jerusalén acompañada de sus consejeros y con camellos cargados de perfumes, y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando se encontró con Salomón, ella le hizo todas las preguntas que había preparado. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía. Biblia Nueva Traducción Viviente Llegó a Jerusalén con un gran séquito de asistentes y una enorme caravana de camellos cargados con especias, grandes cantidades de oro y piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, habló con él acerca de todo lo que ella tenía en mente. Biblia Católica (Latinoamericana) Entró en Jerusalén con un considerable cortejo y con camellos que llevaban perfumes, oro en una gran cantidad y piedras preciosas. Cuando fue introducida a donde estaba Salomón, le dijo todo lo que tenía en la cabeza. La Biblia Textual 3a Edicion Y llegó a Jerusalem con un gran séquito, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en gran abundancia y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su mente. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llegó a Jerusalén con un gran séquito, con innumerables camellos cargados de aromas, de oro en gran cantidad y de piedras preciosas. Se presentó ante Salomón y le propuso todo lo que traía pensado. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, ella le comunicó todo lo que había en su corazón. |
Luego de hablar con Abraham, Dios se fue de allí. Abraham, por su parte, regresó a su tienda de campaña.
Después, la reina de Sabá le dio a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Además, los barcos de Hiram, que habían traído desde Ofir el oro para Salomón, trajeron gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con esa madera el rey hizo barandas para el templo de Dios y para el palacio. También hizo para los músicos arpas y liras. Nunca antes se había visto tanto perfume y tanta madera de sándalo en Israel.
¡Y Salomón las contestó todas! No hubo nada que el rey no pudiera explicarle.
Ezequías les dio la bienvenida y les mostró todos los tesoros del palacio, el oro y la plata, los perfumes, los aceites finos, y las armas y todo lo que había en las bodegas. Recorrieron todo el palacio y el reino, y no hubo nada que Ezequías no les mostrara.
El rey de Siria le contestó: «¡Ve enseguida a Samaria! ¡Voy a darte una carta para el rey de Israel!» Así que Naamán tomó treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez vestidos. Partió de allí,
Así que Naamán fue con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo.
«Puede ser que no te guste lo que tengo que decirte, pero no puedo quedarme callado.
4 (5) ¡Cuidado, no pequen más! Cuando llegue la noche y se acuesten a dormir, pónganse a pensar en todo lo que han hecho.
¡Que le paguen impuestos los reyes de Tarsis y de los puertos lejanos! ¡Que le traigan regalos los reyes de Arabia y de Etiopía!
aceite para las lámparas, perfumes para el aceite de consagrar y para el incienso perfumado,
Isaías dijo: «Esto dice nuestro Dios acerca de Egipto, ese animal feroz del desierto del sur: “Los israelitas llevan a Egipto todos sus tesoros y riquezas. Todo eso lo llevan a lomo de burro y de camello. Cruzan el desierto, que está lleno de peligros. Allí hay leones feroces, víboras y dragones voladores.
Tus clientes de Sabá y Raamá te pagaban con finos perfumes, y con oro y piedras preciosas.
Al día siguiente, Agripa y Berenice llegaron al tribunal, y con mucha pompa entraron en la sala. Iban acompañados de los jefes del ejército y de los hombres más importantes de la ciudad. Festo ordenó que trajeran a Pablo,