Mateo 8:3 - Biblia Torres Amat 1825 Y Jesús , extendiendo la mano le tocó diciendo: Quiero, queda limpio; y al instante quedó curado de su lepra. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero, queda limpio. Al momento quedó limpio de la lepra. La Biblia Textual 3a Edicion Y extendiendo la mano lo tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante fue limpiada su lepra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero, queda limpio'. E inmediatamente quedó limpio de su lepra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Jesús extendiendo su mano le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. |
Indignado Naamán, se retiraba diciendo: Yo pensaba que él habría salido luego a recibirme, y que, puesto en pie, invocaría el nombre del Señor Dios suyo, y tocaría con su mano el lugar de la lepra, y me curaría.
Fue, pues, y se lavó siete veces en el Jordán conforme a la orden del varón de Dios, y se volvió su carne como la carne de un niño tierno, y quedó limpio.
Vuélvete a meter, dijo, la mano en el seno. La volvió a meter, y la sacó otra vez, y era semejante a la demás carne del cuerpo.
Entonces dijo al hombre: Extiende esa mano. La estiró, y quedó tan sana como la otra.
Jesús , compadeciéndose de él, extendió la mano, y tocándole, le dijo: Quiero, sé curado;
Y él, levantándose, amenazó al viento, y dijo al mar: Calla tú, sosiégate; y al instante calmó el viento y sobrevino una gran tranquilidad.
Y tomándola de la mano, le dijo: Talitha, cumi (es decir: Muchacha, levántate, yo te lo mando).
Y alzando los ojos al cielo, arrojó un suspiro y la dijo: Effeta, que quiere decir Abríos.
Viendo Jesús la gente que iba acudiendo, amenazó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando, sal de este muchacho, y no vuelvas más a entrar en él.
Había asimismo muchos leprosos en Israel en tiempo del profeta Eliseo; y ninguno de ellos fue curado por este profeta, sino que lo fue Naamán, natural de Siria.
Y Jesús , extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero: sé curado. Y de repente desapareció de él la lepra.
Y se arrimó y tocó el féretro. (Y los que lo llevaban, se pararon). Dijo entonces: Mancebo, yo te lo mando, levántate.
Si yo no hubiera hecho entre ellos obras tales, cuales ningún otro ha hecho, no tendrían culpa; pero ahora ellos las han visto y con todo me han aborrecido a mí, y no sólo a mí sino también a mi Padre.
Pues así como el Padre resucita a los muertos, y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida a los que quiere.