Mas ellos respondieron: Quita allá. Y aun añadieron: Viniste poco ha a vivir entre nosotros como extranjero, ¿y quieres ya gobernar?; pues a ti te trataremos peor que a ellos. Y forcejeaban contra Lot con grandísima violencia: y ya estaban a punto de forzar la puerta,
a quienes diréis: Esto manda el rey: Meted a ese hombre en la cárcel, y alimentadle con pan de dolor y agua de aflicción, hasta que yo vuelva victorioso.
Mas Jehú salió a donde estaban los oficiales de su señor; los cuales le preguntaron: ¿Todo va bien? ¿A qué ha venido a ti ese mentecato? Les respondió Jehú: Vosotros conocéis a ese hombre, y lo que puede haber dicho.
Esto dice el Señor, el Redentor, el Santo de Israel, al hombre reputado como despreciable entre los suyos; a la nación abominada de todos, a aquel que es tratado como un esclavo de los príncipes: Día vendrá en que los reyes y los príncipes al verte se levantarán, y te adorarán por amor del Señor, porque has sido fiel en tus promesas, y por amor del Santo de Israel que te escogió.
Lo vimos después despreciado, y el desecho de los hombres, varón de dolores, y que sabe lo que es padecer; y su rostro como cubierto de vergüenza y afrentado; por lo que no hicimos ningún caso de él.
Los que iban y venían blasfemaban de él, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Hola!, tú que destruyes el templo de Dios, y que lo reedificas en tres días,
Y comenzaron a acusarlo, diciendo: A éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y prohibiendo pagar los tributos a César, y diciendo que él es el Cristo o el ungido rey de Israel.
También algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos armaban con él disputas; y unos decían: ¿Qué quiere decir este charlatán? Y otro: Este parece que viene a anunciarnos nuevos dioses; lo cual decían porque les hablaba de Jesús y de la resurrección .