Le respondió Miqueas: Vive el Señor, que no hablaré otra cosa que lo que el Señor me dijere.
Mateo 22:16 - Biblia Torres Amat 1825 Y para esto le enviaron sus discípulos con algunos herodianos, que le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino o la ley de Dios conforme a la pura verdad, sin respeto a nadie, porque no miras a la calidad de las personas. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Biblia Nueva Traducción Viviente Enviaron a algunos de sus discípulos, junto con los partidarios de Herodes, a buscarlo. —Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Enseñas con verdad el camino de Dios. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Biblia Católica (Latinoamericana) Le enviaron, pues, discípulos suyos junto con algunos partidarios de Herodes a decirle: 'Maestro, sabemos que eres honrado y que enseñas con sinceridad el camino de Dios. No te preocupas por quién te escucha, ni te dejas influenciar por nadie. La Biblia Textual 3a Edicion Y le enviaron a los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y con verdad enseñas el camino de Dios, y no te cuidas de nadie,° pues no miras la apariencia de los hombres. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y le envían unos discípulos suyos, con los herodianos, para decirle: 'Maestro, sabemos que eres sincero, que enseñas realmente el camino de Dios y que nada te importa de nadie, porque no te fijas en las apariencias de las personas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y le enviaron los discípulos de ellos, con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de ningún hombre, porque no miras la apariencia del hombre. |
Le respondió Miqueas: Vive el Señor, que no hablaré otra cosa que lo que el Señor me dijere.
Cada uno de ellos no habla sino con mentira a su prójimo; habla con labios engañosos y con un corazón doble.
Pues en su boca no se halla palabra de verdad; su corazón está lleno de vanidad y perfidia.
han sido disipados a vista de su rostro airado, y su corazón los alcanzó y castigó. Sus palabras son más suaves que el aceite; pero en realidad son dardos.
El que hablando con su amigo usa palabras halagüeñas y fingidas, le tiende una red a sus pies.
La ley de la verdad regía su boca, y no se halló mentira en sus labios; anduvo conmigo en paz y en equidad; y retrajo a muchos del pecado.
Por tanto, así como vosotros no habéis seguido mis caminos, y tratándose de la ley habéis hecho distinción de personas, también yo os he hecho despreciables y viles delante de todos los pueblos.
Maestro, Moisés ordenó que si alguno muere sin hijos, el hermano se case con su mujer para dar sucesión a su hermano.
Jesús les respondió: Id a la ciudad en casa de tal persona, y dadle este recado: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca; voy a celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos.
Arrimándose, pues, luego a Jesús , dijo: ¡Dios te guarde, Maestro!, y lo besó:
Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo uno, y arrodillado a sus pies, le preguntó: ¡Oh buen Maestro!, ¿qué debo yo hacer para conseguir la vida eterna?
Pero le enviaron algunos fariseos y herodianos, para sorprenderle en alguna expresión;
los cuales vinieron y le dijeron: Maestro, nosotros sabemos que eres hombre veraz, y que no atiendes a respetos humanos, porque no miras la calidad de las personas, sino que enseñas el camino de Dios con lisura: ¿Nos es lícito a nosotros pagar tributo a César, o podremos no pagarlo?
Pero los fariseos, saliendo de allí, se juntaron luego en consejo contra él con los herodianos, sobre la manera de perderle.
Y Jesús los amonestaba, diciendo: Estad alerta y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes .
Así le propusieron una cuestión en estos términos: Maestro, bien sabemos que tú hablas, y enseñas lo que es justo, y que no andas con respetos humanos, sino que enseñas el camino de Dios según la verdad:
Jesús respondiendo a su pensamiento, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Di, maestro, respondió él.
Le respondió Jesús : Yo soy el camino, la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre sino por mí.
Le replicó Pilatos: ¿Conque tú eres rey? Respondió Jesús : Así es como dices: yo soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo aquel que pertenece a la verdad, escucha mi voz.
Quien habla de su propio movimiento, busca su propia gloria; mas el que únicamente busca la gloria del que le envió, ése es veraz, y no hay en él injusticia o fraude.
Pero ciertamente no somos nosotros como muchísimos que adulteran la palabra de Dios, sino que la predicamos con sinceridad, como de parte de Dios, en la presencia de Dios, y según el espíritu de Cristo .
antes bien desechamos lejos de nosotros las ocultas infamias o disimulos vergonzosos de los falsos hermanos, no procediendo con artificio, ni alterando la palabra de Dios, sino alegando únicamente en abono nuestro para con todos aquellos que juzguen de nosotros según su conciencia, la sinceridad con que predicamos la verdad delante de Dios.
Por esta razón nosotros de ahora en adelante no conocemos a nadie según la carne. Y si antes conocimos a Cristo en cuanto a la carne, ahora ya no le conocemos así.
Porque en fin ¿busco yo ahora la aprobación de los hombres, o de Dios? ¿Por ventura pretendo agradar a los hombres? Si todavía prosiguiese complaciendo a los hombres, no sería yo siervo de Cristo .
En cuanto a los que parecían ser los más distinguidos (nada me importa lo que hayan sido en otro tiempo, en Dios no hay preferencia de personas), aquellos, digo, que parecían ser los más autorizados, nada me enseñaron de nuevo;
Aquellos que dijeron a su padre y a su madre: No os conozco; y a sus hermanos: No sé quién sois; y ni a sus propios hijos perdonaron, éstos cumplieron tus mandamientos y guardaron inviolable tu pacto.
sino que del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su buena nueva, así hablamos o predicamos, y no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones.
Y es que los pacíficos son los que siembran en paz los frutos de la verdadera justicia, o santidad.