Que le sean gratas mis palabras; en cuanto a mí, todas mis delicias las tengo en el Señor.
Lucas 24:32 - Biblia Torres Amat 1825 Entonces se dijeron uno a otro: ¿No es verdad que sentíamos abrasarse nuestro corazón, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces se dijeron el uno al otro: '¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?' La Biblia Textual 3a Edicion Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se decían el uno al otro: '¿Verdad que dentro de nosotros ardía nuestro corazón cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? |
Que le sean gratas mis palabras; en cuanto a mí, todas mis delicias las tengo en el Señor.
Sentí que se inflamaba mi corazón; y en mi meditación se encendían llamas de fuego.
El perfume y los varios olores recrean el corazón; con los buenos consejos del amigo se baña el alma en dulzura.
El Señor me dio una lengua sabia, a fin de que sepa y sostener con mis palabras al que está desmayado; él me llama por la mañana, me llama de madrugada a mis oídos, para que le escuche como a maestro.
Yo hallé tu divina palabra, y me alimenté con ella; y en tu palabra hallé el gozo mío y la alegría de mi corazón; porque yo llevo el nombre de profeta tuyo, ¡oh Señor Dios de los ejércitos!
Y así dije para conmigo: No volveré más a hacer mención de ella, y no hablaré más en nombre del Señor. Pero luego sentí en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado dentro de mis huesos, y desfallecí, no teniendo fuerzas para aguantarlo.
¿No es así que mis palabras son como fuego, dice el Señor, y como martillo que quebranta las peñas?
y no les hablaba sin parábolas, aunque se lo descifraba todo a sus discípulos.
El espíritu es quien da la vida; la carne o el sentido carnal de nada sirve para entender este misterio; las palabras que yo os he dicho, espíritu y vida son.
Y habiéndole señalado día para oírle, vinieron en gran número a su alojamiento, a los cuales predicaba el reino de Dios desde la mañana hasta la noche, confirmando con autoridades las proposiciones que sentaba, y probándoles lo perteneciente a Jesús con la ley de Moisés y con los profetas.
No hay criatura invisible a su vista; todas están desnudas y patentes a los ojos de este Señor, de quien hablamos.