Añadió ella: Por el Señor Dios suyo, pido al rey que reprima con su autoridad la multitud de parientes que quieren vengar con la muerte de mi hijo la sangre del difunto, y haga que no le maten de manera alguna. Le dijo el rey: Vive Dios que no caerá ni un cabello de tu hijo.
El pueblo dijo a Saúl: ¿Conque morirá Jonatás, que acaba de salvar de un modo maravilloso a Israel? Ni hablarse debe de tal cosa. Vive el Señor que no caerá en tierra ni un solo cabello de su cabeza; porque él ha obrado este día con beneplácito y asistencia de Dios. En efecto, el pueblo libertó a Jonatás de la muerte.
Y si alguna vez se levantare algún hombre que te persiga y quisiere atentar contra tu vida, será guardada como en un ramillete de vivientes en el seno del Señor Dios tuyo; y al contrario el alma de tus enemigos será agitada y expelida de la vida como la piedra tirada con la honda.