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Juan 11:32 - Biblia Torres Amat 1825

María, pues, habiendo llegado a donde estaba Jesús , viéndole, se postró a sus pies, y le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: —Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Al llegar María a donde estaba Jesús, en cuanto lo vio, cayó a sus pies y le dijo: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Cuando Miriam llegó adonde estaba Jesús, al verlo cayó a sus pies, y le dijo: ¡Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando llegó María a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

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Lòt tradiksyon



Juan 11:32
10 Referans Kwoze  

y se postró a los pies de Jesús , pecho por tierra, dándole gracias; y éste era un samaritano.


Lo que viendo Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús , diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.


Entonces se le presentó un jefe de la sinagoga llamado Jairo, el cual se postró a sus pies suplicándole que viniese a su casa,


(Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos; de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo).


Dijo, pues, Marta a Jesús : Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.


Mas algunos de ellos dijeron: Pues éste, que abrió los ojos a un ciego de nacimiento , ¿no podía hacer que Lázaro no muriese?


Le rogaba el de la corte: Ven, Señor, antes que muera mi hijo.


Y yo, Juan, soy el que he oído, y visto estas cosas. Y después de oídas y vistas, me postré ante los pies del ángel, que me las enseñaba, en acto de adorarle.


Vi, pues, cómo el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro animales que decía, con voz como de trueno: Ven y verás.


Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres, Señor, de recibir el libro y de abrir sus sellos; porque tú has sido entregado a la muerte, y con tu sangre nos has rescatado para Dios de todas las tribus, y lenguas, y pueblos y naciones,