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Jonás 1:5 - Biblia Torres Amat 1825

Y temieron los marineros, y cada uno clamó a su dios, y arrojaron al mar el cargamento de la nave, a fin de aligerarla. Jonás dormía profundamente en lo más hondo de la nave, a donde se había bajado.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Temiendo por sus vidas, los desesperados marineros pedían ayuda a sus dioses y lanzaban la carga por la borda para aligerar el barco. Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Los marineros tuvieron miedo y cada uno invocaba a su Dios. Después echaron la carga del barco al mar para sacarle peso. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco para tomar descanso, y dormía profundamente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Temieron los marineros, y cada cual clamaba a su dios, y echaron la carga al mar para aligerar la nave. Entre tanto, Jonás había bajado al fondo de la nave, y habiéndose acostado, dormía profundamente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los marineros se asustaron y cada uno invocaba a su dios, mientras arrojaban al mar el cargamento de la embarcación, a fin de aligerarla. Jonás, entre tanto, había bajado a la bodega de la nave y dormía profundamente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás se había bajado a los lados del buque, y se había echado a dormir.

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Lòt tradiksyon



Jonás 1:5
22 Referans Kwoze  

Ellos tomando el buey que les fue dado, lo inmolaron, y no cesaban de invocar el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: Baal, escúchanos. Pero no se oía voz, ni había quien respondiese; y saltando sobre el ara que habían hecho, pasaban de una parte a otra.


A esto respondió Satanás, diciendo: El hombre dará siempre la piel de otro por conservar la suya propia, y abandonará de buena gana cuanto posee por salvar su vida;


Dijo, y sopló el viento tempestuoso, y se encresparon las olas.


Fuego, granizo, nieve, hielo, vientos procelosos, vosotros que ejecutáis sus órdenes.


Tiempo de ganar tiempo y tiempo de perder; tiempo de conservar y tiempo de arrojar.


Hablad con todos ellos, y venid, y consultad unos con otros: ¿Quién anunció desde el principio estas cosas? ¿Quién desde entonces las predijo ya? ¿Por ventura no soy yo el Señor? ¿Acaso hay otro dios que yo? Dios justo y que salve, no hay sino yo.


¿Dónde están, les responderé yo, aquellos dioses tuyos, que tú te hiciste? Acudan ellos y líbrenme en el tiempo de tu aflicción, ya que eran tantos tus dioses, ¡oh Judá!, como tus ciudades.


No han clamado a mí de corazón; sino que aullaban angustiados en sus lechos; sobre el trigo y sobre el vino era sobre lo que únicamente rumiaban. Se alejaron de mí.


Y clamaron al Señor, diciendo: Te rogamos, ¡oh Señor!, que no nos hagas morir por haber dado muerte a este hombre, y no hagas recaer sobre nosotros la sangre inocente; pues tú, ¡oh Señor!, has hecho caer la suerte así como has querido.


Con lo cual concibieron aquellas gentes un gran temor y respeto al Señor, y le ofrecieron víctimas, y le hicieron votos.


Y se llegó a él el piloto, y le dijo: ¿Cómo te estás así durmiendo? Levántate e invoca a tu Dios, por si quiere acordarse de nosotros, y nos libra de la muerte.


Como el esposo tardase en venir, se adormecieron todas, y al fin se quedaron dormidas.


Dio después otra vuelta, y los encontró dormidos, porque sus ojos estaban cargados de sueño.


En seguida volvió a sus discípulos y les dijo: Dormid ahora y descansad; he aquí que llegó ya la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.


Estando ya satisfechos, aligeraban la nave, arrojando al mar el trigo.


Y ella habiéndole hecho dormir sobre sus rodillas, y reclinar la cabeza en su regazo, llamó a un barbero que le cortó a Sansón las siete trenzas de su cabello. Y después comenzó Dalila a empujarle y echarle de sí; pues al punto le desamparó la fuerza.


Y llegó a unas majadas de ovejas, que encontró en el camino. Había allí una cueva, donde entró Saúl a desocupar el vientre; y David estaba con los suyos escondido en lo más profundo de ella.