Jeremías 44:16 - Biblia Torres Amat 1825 Acerca de lo que tú nos has hablado en nombre del Señor, no queremos obedecerte; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; Biblia Nueva Traducción Viviente —¡No escucharemos tus mensajes del Señor! Biblia Católica (Latinoamericana) No queremos saber nada con todo lo que nos has dicho en nombre de Yavé, La Biblia Textual 3a Edicion En cuanto a la palabra que nos has dicho en nombre de YHVH, no te obedeceremos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 'En lo que respecta a la palabra que nos has dicho en nombre de Yahveh, no queremos escucharte, Biblia Reina Valera Gómez (2023) En cuanto a la palabra que nos has hablado en el nombre de Jehová, no la oiremos de ti; |
A lo que respondió él: ¿Quién es ese Señor para que yo haya de escuchar su voz y dejar salir a Israel? No conozco a tal Señor, ni dejaré ir a Israel.
Mas ya que estuve yo llamando, y vosotros no respondistéis; os alargué mi mano y ninguno se dio por entendido;
Dad al varón justo la enhorabuena, porque él comerá o gozará del fruto de sus buenas obras.
Ellos han vuelto a las antiguas maldades de sus padres, los cuales no quisieron obedecer mis palabras; también éstos han ido como aquéllos en pos de los dioses ajenos para adorarlos; y la casa de Israel y la casa de Judá quebrantaron mi alianza, la alianza que contraje yo con sus padres.
Pero no la escucharon ni prestaron oídos a mi palabra, sino que cada uno siguió los depravados apetitos de su maligno corazón; y descargué sobre ellos todo el castigo que estaba escrito en aquel pacto que les mandé guardar, y no guardaron.
Esta pésima gente, que no quiere oír mis palabras, y prosigue con su depravado corazón, y se ha ido en pos de los dioses ajenos para servirlos y adorarlos, vendrá a ser como esa faja, que para nada es buena.
Mas ellos dijeron entonces: Venid y tratemos seriamente de obrar contra Jeremías, porque a pesar de lo que él predice, no nos faltará la explicación de la ley de boca del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni la palabra del profeta. Venid, pues, atravesémosle con los dardos de nuestra lengua, y no hagamos caso de ninguna de sus palabras.
Entonces dijeron los príncipes al rey: Te pedimos que sea condenado a muerte ese hombre; porque él procura de intento que desmayen los brazos de los valientes, y el esfuerzo de los guerreros que han quedado en esta ciudad, y de todo el pueblo, con aquellas palabras que dice. Pues está visto que ese hombre no procura el bien sino el mal de este pueblo.
Mas si vosotros dijereis: No queremos permanecer en esta tierra, ni escuchar lo que dice el Señor Dios nuestro;
respondieron Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Caree, y todos aquellos hombres soberbios, y dijeron a Jeremías: Mientes en lo que dices. No te ha enviado el Señor Dios nuestro a decirnos: No vayáis a habitar en Egipto;
Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a las mujeres todas: Escuchad la palabra del Señor, vosotros todos los del pueblo de Judá que estáis en tierra de Egipto.
Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres habéis pronunciado con vuestra boca y habéis ejecutado con vuestras manos aquello que decíais: Cumplamos los votos que hicimos de ofrecer sacrificios y libaciones a la reina del cielo. En efecto, vosotros cumplisteis vuestros votos y los pusisteis por obra.
Esto decía también el Señor: Paraos en los caminos, ved y preguntad cuáles son las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y seguidlo, y hallaréis refrigerio para vuestras almas. Mas ellos dijeron: No lo seguiremos.
¿Y están acaso corridos de haber hecho cosas abominables? Ni aun ligeramente han llegado a avergonzarse, ni saben qué cosa es tener vergüenza, por tanto serán envueltos en la ruina de los demás, y precipitados en el tiempo de la venganza, dice el Señor.
Yo estuve atento, y los escuché: Nadie habla cosa buena; nadie hay que haga penitencia de su pecado, diciendo: ¡Ay! ¿Qué es lo que yo he hecho? Al contrario, todos han vuelto a tomar la impetuosa carrera de sus vicios, como caballo que a rienda suelta corre a la batalla.
Ahora, pues, si estáis dispuestos a obedecer, al punto que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, del arpa, de la zampoña, y del salterio, y de la sinfonía, y de todo género de instrumentos músicos, postraos, y adorad la estatua que yo he hecho; pero si no la adoráis, al instante seréis arrojados en el horno ardiente de fuego. ¿Y cuál es el dios que os librará de mi mano?
Es de saber que sus naturales le aborrecían; y así despacharon tras de él embajadores, diciendo: No queremos a ése por nuestro rey.
Pero en orden a aquellos enemigos míos, que no me han querido por rey, conducidlos acá, y quitadles la vida en mi presencia.
Pero el pueblo no quiso dar oídos a las razones de Samuel, sino que dijeron todos: No, no; habrá un rey sobre nosotros,