Señor mío, óyeme: La tierra que pretendes vale cuatrocientos siclos de plata: éste es el precio de lo que tratamos entre los dos. Mas ¿qué cantidad es ésta? Entierra tu difunto, y no hablemos más de eso.
Éxodo 30:13 - Biblia Torres Amat 1825 Y lo que dará cada uno de los que fueren alistados, es medio siclo, según el peso del templo. Un siclo tiene veinte óbolos. La mitad de un siclo, es lo que se ha de ofrecer al Señor. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. Biblia Nueva Traducción Viviente Cada persona contada tendrá que dar una pequeña pieza de plata como ofrenda sagrada al Señor. (Este pago es de medio siclo, según el siclo del santuario, que equivale a veinte geras). Biblia Católica (Latinoamericana) Cada uno de los que sean empadronados pagará medio siclo, según el peso del templo (es decir, un siclo de veinte óbolos). Este medio siclo será la ofrenda para Yavé. La Biblia Textual 3a Edicion Esto es lo que ha de dar todo el que pase por el empadronamiento: medio siclo° según el siclo del Santuario (el siclo es de veinte geras). Medio siclo será la ofrenda para YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Esto es lo que entregará cada uno de los que están incluidos en el censo: medio siclo, según el peso del siclo del santuario, que es de veinte gerah por siclo; el medio siclo será un tributo a Yahveh. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Esto dará todo el que pasare entre los que serán contados, medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras; la mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. |
Señor mío, óyeme: La tierra que pretendes vale cuatrocientos siclos de plata: éste es el precio de lo que tratamos entre los dos. Mas ¿qué cantidad es ésta? Entierra tu difunto, y no hablemos más de eso.
Y Joás había dicho a los sacerdotes: Todo el dinero de cosas consagradas que fuere presentado en el templo del Señor por los forasteros que pasaren, y el que se ofrece por rescate de la persona, y el que voluntariamente y al arbitrio de su corazón trae cada cual al templo del Señor,
lo han de recibir los sacerdotes según su turno para reparar las quiebras de la casa del Señor, según vieren que necesite repararse alguna cosa.
El que sea comprendido en el censo, por tener más de veinte años, pagará ese rescate.
Todo el oro empleado en la fábrica del santuario, y ofrecido entre los dones, ascendió a veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el peso del santuario.
Además de esto se contaron cien talentos de plata, de que se fundieron las basas de las columnas del santuario, y de la entrada, donde está pendiente el velo.
El siclo tiene veinte óbolos; y veinte siclos con veinticinco siclos y otros quince siclos hacen una mina.
Nadie podrá consagrar ni ofrecer en voto los primogénitos, pues pertenecen al Señor. Sean de la vacada o sean de los rebaños, del Señor son.
Si alguno peca por error, faltando a las ceremonias en las cosas consagradas al Señor, ofrecerá por su pecado un carnero sin tacha de los rebaños, que puede comprarse por dos siclos, según el peso del santuario;
El rescate del niño se hará después de cumplido un mes, en cinco siclos de plata, según el peso del santuario. El siclo tiene veinte óbolos.
recibirás cinco siclos por cabeza, según el peso del santuario. El siclo tiene veinte óbolos.
ofreció una fuente de plata que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, al peso del Santuario: ambas llenas de flor de harina amasada con aceite para el sacrificio;
las doce navetas de oro llenas de incienso, pesando cada una diez siclos de oro, y juntas ciento veinte siclos al peso del santuario;
Habiendo llegado a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del tributo de las dos monedas, y le dijeron: Qué, ¿no paga vuestro Maestro las dos monedas?
Habiendo entrado Jesús en el templo de Dios, echó fuera de él a todos los que vendían allí y compraban, y derribó las mesas de los banqueros o cambiantes, y las sillas de los que vendían las palomas para los sacrificios.
Con lo que viendo Pilato que nada adelantaba, antes bien, que cada vez crecía el tumulto, mandando traer agua, se lavó las manos a la vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá os lo veáis vosotros.