Y descendió el Señor a ver la ciudad y la torre, que edificaban los hijos de Adán,
Éxodo 19:18 - Biblia Torres Amat 1825 Todo el monte Sinaí estaba humeando, por haber descendido a él el Señor entre llamas; subía el humo de él como de un horno, y todo el monte causaba espanto. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. Biblia Nueva Traducción Viviente El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente. Biblia Católica (Latinoamericana) El monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en medio del fuego. Subía aquel humo como de un horno, y todo el monte temblaba muy fuerte. La Biblia Textual 3a Edicion Todo el monte Sinay humeaba, porque YHVH había descendido sobre él en el fuego,° y su humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Todo el monte Sinaí humeaba, porque había descendido sobre él Yahveh en forma de fuego, y el humo subía como la humareda de un horno. Toda la montaña retemblaba. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. |
Y descendió el Señor a ver la ciudad y la torre, que edificaban los hijos de Adán,
Puesto ya el sol, sobrevino una oscuridad tenebrosa, y apareció un horno humeando, y una llama viva de fuego que atravesaba por entre los animales divididos.
se puso a mirar hacia Sodoma y Gomorra, y todo el terreno de aquella región; y vio levantarse de la tierra pavesas ardientes así como la humareda de un horno o calera.
Tú asimismo descendiste al monte Sinaí , y hablaste con ellos desde el cielo; y les diste preceptos de justicia y la ley de la verdad, y ceremonias, y mandamientos buenos.
aquel Señor que hace estremecer la tierra con sola una mirada; y que si toca los montes, humean.
Los montes brincaron de gozo como carneros, y los collados como corderitos.
Por la presencia del Señor se estremeció la tierra, por la presencia del Dios de Jacob ,
Señor, inclina esos tus cielos, y desciende a socorrernos; toca los montes, y se desharán en humo.
Inclinó los cielos, y descendió, llevando una oscura niebla bajo sus pies.
¡Oh Dios! tú distribuirás una lluvia abundante y apacible a tu heredad; ella se ha visto afligida, pero tú la has recreado.
girando en torno la voz de tus truenos. Relumbraron tus relámpagos por toda la tierra, toda ella se estremeció, y tembló.
Te abriste camino dentro del mar; caminaste por en medio de muchas aguas, y no se conocerán los vestigios de tus pisadas.
No le ha de tocar mano de hombre alguno, sino que ha de morir apedreado o asaetado; ya fuere bestia, ya hombre, perderá la vida. Mas cuando comenzare a sonar la bocina, salgan entonces hacia el monte.
De donde sacado por Moisés para salir a recibir a Dios, se pararon todos a las faldas del monte.
Entretanto todo el pueblo oía las voces o truenos, y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y veía el monte humeando; de lo cual aterrados y despavoridos, se mantuvieron a lo lejos,
La gloria del Señor aparecía como un fuego ardiente, que abrasaba la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel.
donde se le apareció el Señor en una llama de fuego que salía de en medio de una zarza; y veía que la zarza estaba ardiendo, y no se consumía.
Prepárate para mañana a subir luego al monte Sinaí , y estarás conmigo sobre la cima del monte.
Y dije: ¡Desgraciado de mí que no he hablado, por ser yo hombre de labios impuros, y habitar en medio de un pueblo cuyos labios están contaminados; y he visto con mis propios ojos al Rey, Señor de los ejércitos!
¡Oh, si rasgarás los cielos, y descendieras! A tu presencia se derretirían como cera los montes.
Miré los montes, y reparé que temblaban, y que todos los collados se estremecían.
y el diablo delante de sus pies. Se paró, y midió la tierra. Echó una mirada y acabó con las naciones, y quedaron reducidos a polvo los altísimos montes. Se encorvaron los collados del mundo al pasar el Eterno.
Y vosotros huiréis al valle de aquellos montes, pues el valle de aquellos montes estará contiguo al monte vecino, y huiréis al modo que huisteis por miedo del terremoto en los tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá el Señor mi Dios; y con él todos los santos.
Es verdad que se armará nación contra nación, y un reino contra otro reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en varios lugares.
Dijo así: De Sinaí vino el Señor, y de Seir nos esclareció; resplandeció desde el monte Farán, y con él millares de santos. En su mano derecha traía la ley que nos dio desde en medio del fuego.
El te hizo oír su voz desde el alto cielo para enseñarte, y en la tierra te mostró su terrible fuego, y oíste sus palabras que salían de en medio del fuego.
Estas palabras y no más son las que habló en alta voz el Señor a toda vuestra multitud en el monte, desde en medio del fuego y de la tenebrosa nube; y las escribió en las dos tablas de piedra, las cuales me entregó.
cuando vendrá con llamas de fuego a tomar venganza de los que conocieron a Dios, y de los que no obedecen la buena nueva de nuestro Señor Jesucristo;
los cuales sufrirán la pena de una eterna condenación confundidos por la presencia del Señor y por el brillante resplandor de su poder
y sonido de trompeta, y estruendo de una voz tan espantosa, que los que la oyeron, pidieron por merced que no se les hablase más, sino por medio de Moisés;
Mas con decir: Una vez todavía, declara el cambio de las cosas movibles o instables como cosas hechas sólo para algún tiempo, a fin de que permanezcan aquellas que son inconmovibles.
Pues ya que todas estas cosas han de ser deshechas, ¿cuáles debéis ser vosotros en la santidad de vuestra vida y piedad de costumbres,
Y se llenó el templo de humo a causa de la majestad de Dios, y de su virtud o grandeza; y nadie podía entrar en el templo hasta que las siete plagas de los siete ángeles fuesen terminadas.
Y del humo del pozo salieron langostas sobre la tierra, y se les dió poder, semejante al que tienen los escorpiones de la tierra,
En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Jahel estaban desiertos los caminos; y los que tenían que viajar, andaban por veredas tortuosas o extraviadas.