Pero Miqueas, ratificándose, añadió: Por tanto, oye la palabra del Señor: He visto al Señor sentado sobre su solio, y a toda la milicia celestial que estaba a su alrededor a la derecha y a la izquierda.
Daniel 7:9 - Biblia Torres Amat 1825 Estaba yo observando, hasta tanto que se pusieron unas sillas; y el anciano de muchos días se sentó, eran sus vestiduras blancas como la nieve, y como lana limpia los cabellos de su cabeza; de llamas de fuego era su trono, y fuego encendido las ruedas de éste. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Biblia Nueva Traducción Viviente Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura. Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas, Biblia Católica (Latinoamericana) Seguía mirando, pusieron unos tronos y un anciano se sentó; su ropa era blanca como la nieve, los cabellos de su cabeza eran como la lana blanca, su trono era de llamas de fuego con ruedas de fuego ardiente. La Biblia Textual 3a Edicion Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y cuyos cabellos eran como lana purísima. Su trono era de llamas de fuego, y éste tenía ruedas de fuego abrasador. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Seguí mirando y vi que colocaron unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; los cabellos de su cabeza puros como la lana; su trono eran llamas de fuego; sus ruedas eran ascua encendida. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos. Y el Anciano de días se sentó, cuya vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura; su trono era como llama de fuego, y sus ruedas, como fuego ardiente. |
Pero Miqueas, ratificándose, añadió: Por tanto, oye la palabra del Señor: He visto al Señor sentado sobre su solio, y a toda la milicia celestial que estaba a su alrededor a la derecha y a la izquierda.
Pero Miqueas, replicó: Pues oíd aún la palabra del Señor: He visto yo al Señor sentado en su trono, y a toda la milicia celestial en torno de él a la diestra y a la siniestra.
Mirra, áloe y casia exhalan tus vestidos, al salir de las estancias de marfil en que con su olor te han recreado.
Tú, ¡oh Dios!, eres antes que fuesen hechos los montes, o se formara la tierra y el mundo universo; eres desde siempre y por toda la eternidad.
Desde entonces quedó, ¡oh Señor!, preparado tu solio; y tú eres desde la eternidad.
Alrededor del solio estaban los serafines, cada uno de ellos tenía seis alas; con dos cubrían su rostro, y con dos cubrían los pies, y con dos volaban.
Su imperio será amplificado, y la paz no tendrá fin; se sentará sobre el solio de David; y poseerá su reino para afianzarlo y consolidarlo haciendo reinar la equidad y la justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos es el que hará estas cosas.
Y pondré mi trono en Elam, y arrojaré de allí a los reyes y a los príncipes, dice el Señor.
Y había sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, como un trono de piedra de zafiro, y sobre aquella especie de trono había la figura como de un personaje.
Yo estaba, pues, observando durante la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo un personaje que se aparecía un hijo del hombre; quien se adelantó hacia el anciano de muchos días, y le presentaron ante él.
hasta tanto que llegó el anciano de muchos días, y sentenció en favor de los santos del Altísimo, y vino el tiempo, y los santos obtuvieron el reino.
Y tú ¡oh Betlehem llamada Efrata!, tú eres una ciudad pequeña respecto de las principales de Judá; pero de ti me vendrá el que ha de ser dominador de Israel, el cual fue engendrado desde el principio , desde los días de la eternidad.
Mas qué ¿no existes tú desde el principio , ¡oh Señor Dios mío mi Santo!, y el que nos librará de la muerte? ¡Oh Señor!, tú has destinado a este Nabucodonosor para ejercer tu venganza, y le has dado tan gran poderío para castigarnos por medio de él.
se transfiguró en su presencia; de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve.
Su semblante brillaba como el relámpago, y era su vestidura blanca como la nieve.
de forma que sus vestidos aparecieron resplandecientes, y de un candor extremado como la nieve, tan blancos que no hay lavandero en el mundo que así pudiese blanquearlos.
pero como era profeta, y sabía que Dios le había prometido con juramento que uno de su descendencia se había de sentar sobre su trono,
Elevado, pues, al cielo, sentado allí a la diestra de Dios, y habiendo recibido de su Padre la promesa o potestad de enviar al Espíritu Santo, le ha derramado hoy sobre nosotros del modo que estáis viendo y oyendo.
y en él hallarme, no con tener la justicia mía, la cual es la que viene de la ley, sino aquella que nace de la fe de Jesucristo, la justicia que viene de Dios por la fe,
A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su confianza en las riquezas caducas, sino en Dios vivo (que nos provee de todo abundantemente para nuestro uso);
Si dijéremos que tenemos unión con él, y andamos entre las tinieblas del pecado, mentimos, y no tratamos verdad.
sus pies semejantes a bronce fino, cuando está fundido en horno ardiente; y su voz como el ruido de muchas aguas.
a comer carne de reyes, y carne de tribunos, y carne de poderosos, y carne de caballos, de sus jinetes, y carne de todos, libres y esclavos, y de pequeños y de grandes.
Luego vi unos tronos, y varios personajes que se sentaron en ellos, y se les dio la potestad de juzgar; y vi las almas de los que habían sido degollados por la confesión de Jesús y por la palabra de Dios, y los que no adoraron la bestia, ni a su imagen, ni recibieron su marca en las frentes, ni en las manos, que vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Y el que estaba sentado era parecido a una piedra de jaspe y de sardio o granate; y en torno del solio un arco iris, de color de esmeralda;