Con esto quedaron atónitos todos los convidados de Adonías; y levantándose se fueron cada uno por su lado.
Daniel 5:4 - Biblia Torres Amat 1825 Bebían el vino, y celebraban a sus dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras bebían en las copas, rindieron culto a sus ídolos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra. Biblia Católica (Latinoamericana) El rey y sus altos funcionarios, sus mujeres y sus concubinas los tomaron para beber en ellos: tomaron vino a la salud de sus dioses de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. La Biblia Textual 3a Edicion Y apurando el vino, alababan a los dioses de oro y de plata, de bronce y de hierro, de piedra y madera, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. |
Con esto quedaron atónitos todos los convidados de Adonías; y levantándose se fueron cada uno por su lado.
Las cosas anteriores que predije, ya véis que se han cumplido; ahora yo anuncio otras nuevas; y os las revelo a vosotros antes de que sucedan.
Daniel resolvió en su corazón no contaminarse con comer de la vianda de la mesa del rey, ni con beber del vino que el rey bebía; y rogó al prefecto de los eunucos que le permitiese no contaminarse.
Ahora, pues, alabo yo, Nabucodonosor, y ensalzo y glorifico al Rey del cielo; porque todas sus obras son verdaderas, y justos sus caminos; y puede él abatir a los soberbios.
sino que te has levantado contra el dominador del cielo, y has hecho traer a tu presencia los vasos sagrados de su santo templo, y en ellos has bebido el vino tú, y los grandes de tu corte, y tus mujeres, y tus concubinas; has dado también culto a dioses de plata, y de oro, y de cobre, y de hierro, y de madera, y de piedra, los cuales no ven, ni oyen, ni sienten; pero a aquel gran Dios, de cuyo arbitrio pende tu respiración y cualquier movimiento tuyo, a ése no le has glorificado.
Trajeron, pues, los vasos de oro y de plata transportados del templo que hubo en Jerusalén , y bebieron en ellos el rey, y sus grandes, y sus mujeres, y sus concubinas.
En la hora misma aparecieron unos dedos como de mano de hombre que escribía al frente del candelero, sobre la superficie de la pared de aquel regio salón, y el rey estaba observando los dedos de la mano que escribía.
Por lo mismo irán éstos los primeros a la cautividad, y será dispersado el alboroto de sus banquetes.
¡Ay de aquel que dice a un madero: ¡Despiértate!, y a una muda piedra: ¡Levántate, y socórreme! ¿Por ventura la estatua podrá instruirte en lo que has de hacer? Mira: Cubierta está ella de oro y plata; pero dentro no hay espíritu ninguno.
Siendo, pues, nosotros del linaje de Dios, no debemos imaginar que el ser divino sea semejante al oro, a la plata, o al mármol, de cuya materia ha hecho las figuras el arte e industria humana.