Son un panal de miel las palabras elegantes, dulzura del alma y vigor de los huesos.
Cantares 7:9 - Biblia Torres Amat 1825 ¡Ea!, ven querido esposo mío, salgamos al campo, moremos en las granjas. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos. Biblia Nueva Traducción Viviente Que tus besos sean tan apasionantes como el mejor de los vinos... Sí, vino que le desciende suavemente a mi amante, que fluye delicadamente sobre los labios y los dientes. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dije: subiré a la palmera,
míos son esos racimos de dátiles.
¡Sean tus pechos como racimos de uvas
y tu aliento como perfume de manzanas! La Biblia Textual 3a Edicion Y el cielo de tu boca como el vino generoso, Que de mi amado fluye suavemente, Y hace mover apaciblemente los labios de los que duermen. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Yo me dije: 'Subiré a la palmera, cogeré sus racimos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen. |
Son un panal de miel las palabras elegantes, dulzura del alma y vigor de los huesos.
¡Ah!, no mires al vino cuando se pone rojo, cuando resalta su color en el vidrio; él entra suavemente.
Vosotros, ¡oh amigos!, cazadnos esas zorrillas, que están asolando las viñas; porque nuestra viña está ya en cierne.
A su huerto hubo de bajar mi amado, al plantío de las hierbas aromáticas, para recrearse en los verjeles y coger azucenas.
Entonces mi amado metió su mano por la ventanilla de la puerta probando si la abriría, y a este ruido que hizo se conmovió mi corazón.
Cumplamos, pues, con él, y tanto más que sabemos que el tiempo insta, y que ya es hora de despertarnos de nuestro largo letargo. Pues estamos más cerca de nuestra salud, que cuando recibimos la fe.
De vuestra boca no salga ningún discurso malo; sino los que sean buenos para edificación de la fe, que den gracia o inspiren piedad a los oyentes.
Vuestra conversación sea siempre con agrado, sazonada con la sal de la discreción, de suerte que acertéis a responder a cada uno como conviene.
Entretanto no echéis en olvido ejercer la beneficencia, y repartir con otros vuestros bienes; porque con tales ofrendas se gana la voluntad de Dios.
Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos, que mueren en el Señor. Ya desde ahora, dice el Espíritu, que descansen de sus trabajos, puesto que sus obras los van acompañando.