y en donde el Señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suaves al paladar; y también el árbol de la vida en medio del paraíso, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Apocalipsis 22:14 - Biblia Torres Amat 1825 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero, para tener derecho al árbol de la vida y a entrar por las puertas de la ciudad santa. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Biblia Nueva Traducción Viviente Benditos son los que lavan sus ropas. A ellos se les permitirá entrar por las puertas de la ciudad y comer del fruto del árbol de la vida. Biblia Católica (Latinoamericana) Felices los que lavan sus ropas, porque así tendrán acceso al árbol de la vida y se les abrirán las puertas de la ciudad. La Biblia Textual 3a Edicion Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho° al árbol de la vida,° y entrar en la ciudad por las puertas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dichosos los que lavan sus túnicas; así dispondrán del árbol de la vida y podrán entrar por las puertas de la ciudad. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad. |
y en donde el Señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suaves al paladar; y también el árbol de la vida en medio del paraíso, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
y dijo: Ved ahí a Adán que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora pues, echémosle de aquí no sea que alargue su mano, y tome también del fruto del árbol de conservar la vida, y coma de él, y viva para siempre.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y que toda su afición la pone en cumplir sus mandamientos.
quien le dijo: Vuelve al pueblo, y haz que todos se purifiquen entre hoy y mañana, y laven sus vestidos,
Bienaventurado el que espero y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
Por eso Jesús les dijo por segunda vez: En verdad, en verdad os digo, que yo soy la puerta de las ovejas.
Yo soy la puerta. El que por mí entrare, se salvará; y entrará, y saldrá sin tropiezo, y hallará pastos.
Le respondió Jesús : Yo soy el camino, la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre sino por mí.
¿Eres tú por ventura mayor que nuestro padre Jacob , que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, sus hijos, y sus ganados?
Nada importa ahora ser circuncidado, y nada importa no serlo; lo que importa a judíos y a gentiles es la observancia de los mandamientos de Dios.
Pero cuidad de que esta libertad que tenéis no sirva de tropiezo a los débiles.
¿Por ventura no tenemos también facultad de llevar en los viajes alguna mujer hermana en Jesucristo, para que nos asista, como hacen los demás apóstoles, y los hermanos o parientes del Señor, y el mismo Cefas, o Pedro?
Porque para con Jesucristo nada importa el ser circunciso o incircunciso, sino la fe, que obra animada de la caridad.
Cualquiera que comete pecado, por lo mismo comete una injusticia, pues el pecado es injusticia.
Así es que todo hijo de Dios vence al mundo; y lo que nos hace alcanzar victoria sobre el mundo, es nuestra fe.
Escribe también al ángel de la iglesia de Esmirna: Esto dice aquel que es el primero y el último, que fue muerto, y está vivo:
Y tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles y nombres esculpidos, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.
No entrará en esta ciudad cosa sucia, o contaminada, ni quien comete abominación y falsedad, sino solamente los que se hallan escritos en el Libro de la vida del Cordero.
En medio de la plaza de la ciudad, y de la una y otra parte del río estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto, y las hojas del árbol sanan a las gentes.
Mas he aquí, dice el Señor, que yo vengo a toda prisa. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Por esto están ante el solio de Dios, y le sirven alabándole día y noche en su templo; y aquel que está sentado en el solio, habitará en medio de ellos;