Un río caudaloso alegra la ciudad de Dios; el Altísimo ha santificado su Tabernáculo.
Apocalipsis 22:1 - Biblia Torres Amat 1825 Se mostró también un río de agua de vida, claro como un cristal, que manaba del solio de Dios y del Cordero. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Biblia Nueva Traducción Viviente Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. Biblia Católica (Latinoamericana) Después el ángel me mostró el río de agua de la vida, transparente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. La Biblia Textual 3a Edicion Y me mostró un río° de agua de vida,° resplandeciente como el cristal, que fluye del trono de Dios y del Cordero. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Me mostró luego un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y me mostró un río puro de agua de vida, claro como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero. |
Un río caudaloso alegra la ciudad de Dios; el Altísimo ha santificado su Tabernáculo.
Haré nacer en la soledad el cedro, el setim, y el arrayán, y el olivo; y en el desierto mismo produciré a un tiempo el abeto, el olmo y el ciprés,
¡Ojalá hubieras atendido a mis mandamientos; hubieras sido tú paz o felicidad como un río, y tu justicia o santidad tan copiosa como los abismos del mar,
Porque esto dice el Señor: He aquí que yo derramaré sobre ella como un río la paz, y como un torrente que todo lo inunda la gloria de las naciones; vosotros chuparéis su leche, a sus pechos seréis llevados, y acariciados sobre su regazo.
¡Oh Señor, esperanza de Israel!, todos los que te abandonan quedarán confundidos; los que de ti se alejan, en el polvo de la tierra serán escritos, porque han abandonado al Señor, vena de aguas vivas.
Porque dos maldades ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, que soy fuente de agua viva, y han ido a fabricarse aljibes, aljibes rotos, que no pueden retener las aguas.
Y en aquel día brotarán aguas vivas en Jerusalén , la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental: serán perennes en verano y en invierno.
Y si Dios queda glorificado en él, Dios igualmente le glorificará a él en sí mismo, y le glorificará muy pronto.
Mas cuando viniere el Consolador, el Espíritu de verdad que procede del Padre, y que yo os enviaré de parte de mi Padre, él dará testimonio de mí.
Antes el agua que yo le daré, vendrá a ser dentro de él un manantial de agua que manará sin cesar hasta la vida eterna.
Elevado, pues, al cielo, sentado allí a la diestra de Dios, y habiendo recibido de su Padre la promesa o potestad de enviar al Espíritu Santo, le ha derramado hoy sobre nosotros del modo que estáis viendo y oyendo.
Revelación de Jesucristo, la cual como hombre ha recibido de Dios, su Padre, para descubrir a sus siervos cosas que deben suceder presto, y la ha manifestado a su Iglesia por medio de su ángel enviado a Juan, siervo suyo,
la cual tenía la claridad de Dios; cuya luz era semejante a una piedra preciosa, a piedra de jaspe, transparente como cristal.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todo. Al sediento yo le daré de beber gratuitamente, o sin interés, de la fuente del agua de la vida.
Vino después un ángel de los siete que tenían las tazas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven, y te mostraré la esposa, novia del Cordero.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Diga también quien escucha: Ven. Así mismo el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome gratis el agua de vida.
Me dijo más: Estas palabras son dignas de todo crédito y muy verdaderas. Y el Señor Dios de los espíritus de los profetas ha enviado su ángel a manifestar a sus siervos cosas que deben suceder pronto.
A lo que los cuatro animales respondían: Amén. Y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros, y adoraron a aquel que vive por los siglos de los siglos.
El cual vino, y recibió el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el solio.
Y cuando el Cordero hubo abierto el séptimo sello, le siguió un gran silencio en el cielo, cosa de media hora.