Lejos de ti tal cosa, que tú mates al justo con el impío, y sea aquél tratado como éste, no es eso propio de ti: tú que eres el que juzgas toda la tierra, de ningún modo harás tal juicio.
Apocalipsis 20:11 - Biblia Torres Amat 1825 Después vi un gran solio reluciente, y a uno, esto es, a Jesucristo, sentado en él, a cuya vista desapareció la tierra, y el cielo, y no quedó nada de ellos. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Biblia Nueva Traducción Viviente Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse. Biblia Católica (Latinoamericana) Luego vi un trono grande y espléndido y a uno que estaba sentado en él; el cielo y la tierra huyeron al verlo sin que quedaran huellas de ellos. La Biblia Textual 3a Edicion Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él, ante cuyo rostro huyeron la tierra y el cielo, y no fue hallado lugar para ellos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Huyeron de su presencia la tierra y el cielo, y no se les volvió a ver en ningún lugar. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo; y no fue hallado lugar para ellos. |
Lejos de ti tal cosa, que tú mates al justo con el impío, y sea aquél tratado como éste, no es eso propio de ti: tú que eres el que juzgas toda la tierra, de ningún modo harás tal juicio.
Estos perecerán; pero tú eres inmutable. Vendrán a gastarse como un vestido. Y los mudarás como quien muda una capa, y mudados quedarán.
Justicia y equidad son las bases de tu trono. La misericordia y la verdad van siempre delante de ti.
Rodeado está de una densa y oscura nube; justicia y juicio son el sostén de su trono.
Alrededor del solio estaban los serafines, cada uno de ellos tenía seis alas; con dos cubrían su rostro, y con dos cubrían los pies, y con dos volaban.
Entonces se hicieron pedazos igualmente el hierro, el barro, el cobre, la plata y el oro, y quedaron reducidos a ser como el tamo de una era en el verano, que el viento esparce; y así no quedó nada de ellos. Pero la piedra que había herido a la estatua se hizo una gran montaña, y llenó toda la tierra.
Salía de delante de él un impetuoso río de fuego; eran millares de millares los que le servían, y mil millones, o innumerables, los que asistían ante su presencia. Se sentó para juzgar, y fueron abiertos los libros, o procesos.
Por tanto, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente el día del juicio que vosotras.
Cuando venga, pues, el Hijo del hombre con toda su majestad, y acompañado de todos sus ángeles, se sentará entonces en el trono de su gloria;
Tú, al contrario, con tu dureza y corazón impenitente vas atesorándote ira y más ira para el día de la venganza y de la manifestación del justo juicio de Dios,
Pero vosotros, queridos míos, no debéis ignorar una cosa, y es que un día respecto de Dios es como mil años, y mil años como un día.
Así fue abatido aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente, que se llama diablo, y también Satanás, que anda engañando a la tierra y fue lanzado y arrojado a la tierra, y sus ángeles con él.
En esto vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba montado sobre él se llamaba Fiel y Veraz, el cual juzga con justicia, y combate.
Y agarró al dragón, esto es, a aquella serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y le encadenó por mil años.
Y vi un cielo nuevo y tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron; y ya no había mar.
Y dijo el que estaba sentado en el solio: He aquí que renuevo todas las cosas. Y me dijo a mí: Escribe, porque todas estas palabras son dignísimas de fe y verdaderas.
Y el que estaba sentado era parecido a una piedra de jaspe y de sardio o granate; y en torno del solio un arco iris, de color de esmeralda;
Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todos los hombres, así esclavos como libres, se escondieron en las grutas y entre las peñas de los montes;