Por lo que poniéndome sobre él lo acabé de matar; bien cierto de que no podría sobrevivir después de tal desastre. Tome la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y te lo traigo a ti, que eres mi señor.
2 Samuel 1:9 - Biblia Torres Amat 1825 Ponte sobre mí, dijo él, y mátame porque estoy ya en la agonía, y no acaba de salir mi alma. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Él me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces me suplicó: “Ven aquí y sácame de mi sufrimiento, porque el dolor es terrible y quiero morir”. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dijo: Acércate y dame muerte, todavía me quedan fuerzas pero siento que me voy a desmayar. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces me dijo: Ponte junto a mí y mátame ya, porque la agonía° se ha apoderado de mí, aunque mi vida está todavía en mí. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Díjome entonces: 'Acércate a mí y mátame. Se ha apoderado de mí un espasmo de muerte, pero todavía estoy lleno de vida'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él me volvió a decir: Yo te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia, y mi vida aún está toda en mí. |
Por lo que poniéndome sobre él lo acabé de matar; bien cierto de que no podría sobrevivir después de tal desastre. Tome la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y te lo traigo a ti, que eres mi señor.
Por lo que dijo Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y mátame, para que no vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí. Mas el escudero, sobrecogido de temor y respeto, no quiso hacerlo. Entonces Saúl arrancó su espada, y se arrojó sobre ella.
Y las figuras de las langostas se parecían a caballos aparejados para la batalla; y sobre sus cabezas tenían como coronas al parecer de oro, y sus caras así como caras de hombres.
Entonces Abimelec, llamando a toda prisa a su escudero, le dijo: Saca tu espada, y mátame; porque no se diga que fui muerto por una mujer. El escudero, ejecutando el mandato, lo acabó de matar.
Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.