De Sión hará salir el Señor el cetro de tu poder; domina tú en medio de tus enemigos.
2 Corintios 10:4 - Biblia Torres Amat 1825 Pues las armas con que combatimos no son carnales, sino que son poderosísimas en Dios para derrocar fortalezas, destruyendo nosotros con ellas los proyectos o raciocinios humanos, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, Biblia Nueva Traducción Viviente Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos. Biblia Católica (Latinoamericana) Nuestras armas no son las humanas, pero tienen la fuerza de Dios para destruir fortalezas: todos esos argumentos La Biblia Textual 3a Edicion Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas; Biblia Serafín de Ausejo 1975 Las armas de mi combate no son carnales, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas: derribamos sofismas Biblia Reina Valera Gómez (2023) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; |
De Sión hará salir el Señor el cetro de tu poder; domina tú en medio de tus enemigos.
La luz de la luna será la luz del sol, y la del sol será siete veces mayor que sería la luz reunida de siete días; aquel día en que el Señor haya vendado la herida de su pueblo, y sanado la abierta llaga.
he aquí que hoy te doy autoridad sobre las naciones y sobre los reinos para comunicarles que les voy a desarraigar, y destruir, y arrasar, y disipar; y a edificar y plantar otros.
¿No es así que mis palabras son como fuego, dice el Señor, y como martillo que quebranta las peñas?
Se le instruyó en todas las ciencias de los egipcios, y llegó a ser varón poderoso, tanto en palabras como en obras.
La noche está ya muy avanzada, y va a llegar el día de la eternidad. Dejemos, pues, las sobras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Ni tampoco abandonéis más vuestro cuerpo al pecado para servir de instrumentos a la iniquidad; sino antes bien entregaos todos a Dios, como resucitados de muerte a vida, y ofreced a Dios vuestros cuerpos para servir de instrumentos a la justicia o virtud.
para que vuestra fe no se funda en saber de hombres, sino en el poder de Dios.
¿Quién milita jamás a sus expensas? ¿Quién planta una viña, y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño, y no se alimenta de la leche del ganado?
Porque, aun cuando yo me gloriase un poco más de la potestad que el Señor nos dio para vuestra edificación, y no para vuestra ruina, no tendré de qué avergonzarme;
Por tanto, os escribo estas cosas estando ausente a fin de que presente no haya de proceder con rigor, usando de la potestad que Dios me ha dado, la cual es para la edificación y no para ruina o destrucción.
no porque seamos suficientes o capaces por nosotros mismos para concebir algún buen pensamiento, como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia o capacidad viene de Dios.
Mas este tesoro lo llevamos en vasos de barro, frágil y quebradizo; para que se reconozca que la grandeza del poder que se ve en nosotros es de Dios y no nuestra.
con palabras de verdad, con fortaleza de Dios, con las armas de la justicia para combatir a la diestra y a la siniestra,
porque no nos ha puesto Dios para blanco de venganza, sino para hacernos adquirir la salud por nuestro Señor Jesucristo,
manteniendo la fe y la buena conciencia; la cual por haber desechado de sí algunos, vinieron a naufragar en la fe.
Alguien que se ha alistado en la milicia de Dios no debe embarazarse con negocios del siglo, a fin de agradar a aquel que le alistó y escogió por soldado.
Por la fe Rahab, que era, o había sido, una ramera no pereció con los demás ciudadanos incrédulos, dando en su posada acogida segura a los exploradores que envió Josué.
Levantando, pues, el grito todo el pueblo, y resonando las trompetas, luego que la voz y el estruendo de ellas penetró los oídos del gentío, de repente cayeron las murallas y subió cada cual por la parte que tenía delante de sí; y se apoderaron de la ciudad,