Pero como viese que se acercaba el día de su muerte, llamó a su hijo José y le dijo: Si es que me amas de veras, pon tu mano debajo de mi muslo, y me harás la merced de prometerme con toda verdad, que no me darás sepultura en Egipto,
1 Samuel 26:10 - Biblia Torres Amat 1825 Y añadió: Vive Dios que a no ser que el Señor lo mate, o llegue el día de su muerte natural, o perezca en alguna batalla, no morirá; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, Biblia Nueva Traducción Viviente Seguro que el Señor herirá a Saúl algún día, o morirá de viejo o en batalla. Biblia Católica (Latinoamericana) David le dijo además: 'Por Dios, Yavé mismo lo castigará; o bien morirá porque ese será el día, o bien morirá en el combate. La Biblia Textual 3a Edicion Y agregó David: ¡Vive YHVH que YHVH mismo tendrá que herirlo, o le vendrá su día de morir, o bajará a la batalla y perecerá! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y añadió David: 'Por vida de Yahveh, que ha de ser Yahveh quien lo mate; cuando llegue su día morirá, o tal vez perezca al entrar en combate. Biblia Reina Valera Gómez (2023) David dijo además: Vive Jehová, que Jehová lo herirá, o llegará su día de morir, o descenderá a la batalla y perecerá. |
Pero como viese que se acercaba el día de su muerte, llamó a su hijo José y le dijo: Si es que me amas de veras, pon tu mano debajo de mi muslo, y me harás la merced de prometerme con toda verdad, que no me darás sepultura en Egipto,
Mas, ¿acaso ha de volver a vivir un hombre ya muerto? Sí, y por eso en la guerra continua en que me hallo, estoy esperando siempre aquel día feliz en que vendrá mi mudanza o gloriosa renovación.
Breves son los días del hombre; tú tienes contado el número de sus meses; señalaste los términos de su vida, más allá de los cuales no podrá pasar.
La vida del hombre sobre la tierra es una perpetua guerra; y sus días son como los de un infeliz jornalero.
Ten un poco de paciencia, y verás que ya no existe el pecador; y buscarás el lugar en que estaba, y no le hallarás.
Pero el Señor se reirá de él como quien está previendo que le llegará su día.
Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo que se plantó.
Y ¿Dios dejará de hacer justicia a sus escogidos que claman a él día y noche, y sufrirá que se les oprima?
No os venguéis vosotros mismos, queridos míos, sino dad lugar a que se pase la cólera; pues está escrito: A mí toca la venganza; yo haré justicia, dice el Señor.
Dijo entonces el Señor a Moisés: Mira, ha llegado ya el día de tu muerte: llama a Josué, y presentaos los dos en el Tabernáculo del Testimonio, para que le dé mis órdenes. Fueron, pues, Moisés y Josué, y se presentaron en el Tabernáculo del Testimonio,
Sí: mía es la venganza, y yo les daré el pago a su tiempo, para derrocar su pie: cerca está ya el día de su perdición, y ese plazo viene volando.
así también Cristo ha sido una sola vez inmolado u ofrecido en sacrificio para quitar de raíz los pecados de muchos, y otra vez aparecerá no para expiar los pecados ajenos, sino para dar la salud eterna a los que le esperan con viva fe.
Por eso en un día sobrevendrán sus plagas, mortandad, llanto y hambre, y será abrasada del fuego; porque poderoso es el Dios que ha de juzgarla.
Juzgue el Señor entre mí y entre ti, y hágame él justicia respecto de ti; pero yo jamás pondré la mano sobre ti.
Sea juez el Señor, y sentencie entre mí y entre ti; examine y juzgue mi causa, y me libre de tus manos.
Ahora pues, mi señor, vive Dios, y vive tu alma, que el Señor es quien te ha estorbado, haciéndome salir a mí, el derramar sangre, y te ha detenido la mano. Que sean desde luego tan débiles como Nabal tus enemigos, y cuantos maquinan contra mi señor.
Al cabo de diez días el Señor hirió de muerte a Nabal, el cual en seguida murió.
Y habiendo sabido David la muerte de Nabal, dijo: Bendito sea el Señor que me ha vengado de la afrenta que me hizo Nabal y que preservó a su siervo del mal que iba a hacer, y que ha hecho recaer la iniquidad de Nabal sobre su propia cabeza. Envió después David a tratar con Abigaíl sobre casarse con ella.
Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.
Así murió Saúl aquel día y con él tres de sus hijos, su escudero, y cuantos se hallaban cerca de él.