1 Samuel 20:41 - Biblia Torres Amat 1825 Y así que éste hubo marchado, salió David del sitio en que estaba, que miraba al mediodía, e hizo por tres veces una profunda reverencia a Jonatás, postrándose hasta el suelo; y besándose el uno al otro; lloraron juntos; pero David mucho más. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro; y David lloró más. Biblia Nueva Traducción Viviente En cuanto se fue el niño, David salió de su escondite cerca del montón de piedras y se inclinó ante Jonatán tres veces, rostro en tierra. Mientras se abrazaban y se despedían, los dos lloraban, especialmente David. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando se fue, David salió de su escondite, se echó de bruces en el suelo y se inclinó tres veces. En seguida se abrazaron y lloraron un largo rato el uno sobre el otro, pero había llegado el momento de la partida para David. La Biblia Textual 3a Edicion Y tan pronto como se fue el mozo, David salió de la parte del sur, y cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Luego, besándose el uno al otro, lloraron juntos, aunque David lloró más. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se fue el muchacho, y David se levantó de junto a la piedra y, cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Después se besaron uno al otro, sollozando ambos, aunque más David. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra: y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David lloró más. |
El cual oyendo que había venido Jacob , hijo de su hermana, salió corriendo a recibirle; y habiéndole abrazado, y dado mil besos, le condujo a su casa. Entendidos los motivos del viaje,
Entonces Esaú, corriendo al encuentro de su hermano, le abrazó, y estrechándose con su cuello y besándole, echó a llorar.
Y en la tierra de Egipto mandaba José, y a su arbitrio se vendían los granos a los pueblos. Pues como sus hermanos le hubiesen adorado,
A lo que respondieron: Salud goza vuestro siervo, nuestro padre; aún vive. Y otra vez inclinados le adoraron.
Besó también José a todos sus hermanos, llorando sobre cada uno de ellos; después de cuyas demostraciones cobraron aliento para conversar con él.
cuando al tercer día compareció un hombre que venía del campamento de Saúl, rasgados sus vestidos y cubierta de polvo su cabeza; y acercándose a David, se postró sobre su rostro, haciéndole una profunda reverencia.
¡Oh, hermano mío Jonatás!, gallardo sobremanera, y digno de ser amado más que la más amable doncella, yo lloro por ti. Del modo que una madre ama a un hijo único que tiene, así te amaba yo.
Así, pues, presentándose la mujer de Tecua al rey, se postró en tierra delante de él, y haciéndole profunda reverencia le dijo: ¡Oh rey, sálvame!
Finalmente, habiendo pasado el rey el Jordán con toda la gente, besó a Berzellai, lo llenó de bendiciones; y volvió Berzellai a su casa.
Llegado que fue Mifiboset, hijo de Jonatás, hijo de Saúl, a la presencia de David, se postró sobre su rostro, haciéndole una profunda reverencia. Le dijo entonces David: ¡Mifiboset! Aquí tienes, señor, respondió él, a tu siervo.
Betsabé se inclinó, haciéndole una profunda reverencia. Y el rey le dijo: ¿Qué es lo que quieres?
Y entraron recado al rey, diciendo: Aquí está el profeta Natán. El cual se presentó al rey, y postrándose hasta el suelo, le hizo profunda reverencia,
Y Betsabé, inclinando el rostro hasta la tierra, hizo reverencia al rey, y dijo: ¡Viva para siempre David, mi señor!
Y aquí comenzaron todos a deshacerse en lágrimas; y arrojándose al cuello de Pablo no cesaban de besarle,
Entonces sacó Samuel una redomita de óleo o bálsamo, y la derramó sobre la cabeza de Saúl, y lo besó, diciendo: He aquí que el Señor te ha ungido para príncipe sobre su herencia y tú librarás a su pueblo de las manos de sus enemigos que la rodean. Esta señal tendrás de que Dios te ha ungido para príncipe:
Y contrajeron entonces David y Jonatás una gran amistad; pues amaba éste a David como a sí mismo.
Dio después Jonatás sus armas al muchacho, diciéndole: Anda y llévalas a la ciudad.
Y dijo a Saúl: ¿Por qué das oídos a las palabras de aquellos que te dicen: David anda maquinando tu ruina?
Abigaíl, así que vio a David, bajó al instante del asno, y le hizo una profunda reverencia, postrándose en tierra sobre su rostro.