Mantienes mis ojos desvelados, Estoy turbado, y no puedo hablar.
No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
No me dejas dormir; ¡estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar!
No me permite dormir, me perturbo y me faltan las palabras.
Recordando al Señor, soy un gemido; meditando, el aliento se me encoge. Selah
Detienes los párpados de mis ojos: Estoy tan angustiado, que no puedo hablar.
4 (5) ¡Dios me hace perder el sueño! ¡Estoy tan confundido que no sé qué decir!
Aquella noche el sueño huyó del rey, y ordenó que trajeran el rollo de las crónicas, el cual fue leído delante del rey.
Y estuvieron sentados con él en el suelo durante siete días con sus siete noches, no hablándole palabra, por cuanto veían que su mal era muy grande.
¡Pesarían ahora más que la arena del mar! Por eso mis palabras son desatinadas,
Estoy agotado de tanto gemir, Todas las noches inundo° mi lecho; Con mis lágrimas empapo mi cama.