Los dichos probos son fuertes, Pero, ¿qué reprende vuestra reprensión?
¡Cuán eficaces son las palabras rectas! Pero ¿qué reprende la censura vuestra?
Las palabras sinceras pueden causar dolor, pero ¿de qué sirven sus críticas?
¡Da gusto escuchar una sana corrección! Pero, ¿qué pretenden con sus sermones?
Son dulces las palabras oportunas, pero ¿qué pretenden vuestras críticas?
¡Cuán fuertes son las palabras rectas! Pero, ¿qué reprende vuestro argumento?
Si tuvieran razón, no me ofendería; ¡pero ustedes me acusan y no tienen pruebas!
¡Quién diera que callarais de una vez! Os sería contado por sabiduría.
¡Cuán inútil es el consuelo que me dais! De vuestras respuestas sólo queda el engaño.
Y si esto no es así, que alguien me desmienta, Y reduzca a nada mis palabras.
Si todos vosotros lo habéis observado, ¿Por qué repetís vaciedades?
También se enardeció contra sus tres amigos, pues al no hallar respuesta, habían dejado a Dios° por culpable.
Tus palabras sostenían al que tambaleaba, Y afirmabas las rodillas decaídas.
Instruidme, y callaré. Hacedme entender en qué he errado.
Criticáis meros vocablos, Porque viento, nada más,° son los dichos de un desesperado
Hay quien profiere palabras como estocadas, Pero la lengua de los sabios es medicina.
¡Qué alegría saber qué responder! ¡Cuán buena es la palabra oportuna!
La muerte y la vida están en poder de la lengua: Lo que escoja, eso comerá.°
Manzana de oro en canastillo de plata Es la palabra dicha oportunamente.