El ojo que lo miraba, no lo verá más, Ni su lugar volverá a contemplarlo.
El ojo que le veía, nunca más le verá, Ni su lugar le conocerá más.
Quienes alguna vez los vieron, no los verán más; sus familias nunca volverán a verlos.
El que solía verlo, no lo ve, y tampoco lo divisa el lugar donde vivía.
Los ojos que lo contemplaban, ya no lo ven más; el lugar donde estaba, ya no lo perciben.
El ojo que le vio, nunca más le verá; ni su lugar le contemplará ya más.
Como sus mismas heces, perecerá para siempre. Quienes lo veían se preguntarán: ¿Dónde está?
Que mientras tenga aliento, El hálito de Dios en mis narices,
No retorna más a su morada, Ni su lugar lo reconoce ya.
El ojo del que me ve, ya no me verá más, Tus ojos se fijarán en mí, pero ya no existiré.°
Si se le arranca de su lugar, Éste lo negará diciendo: ¡Nunca te he visto!
w Un poco aún, y el malo no existirá más, Examinarás con diligencia su lugar, y él no estará allí.
Pero uno pasa junto a él, y he aquí, ya no está más, Lo busqué, y no fue hallado.