Al tercer día sucedió que llegó un hombre del campamento de Saúl, con sus vestidos rotos y tierra sobre su cabeza. Y ocurrió que cuando llegó ante David, cayó en tierra° y se postró.
Ezequiel 27:30 - La Biblia Textual 3a Edicion Se escucharán sus voces, Llorando amargamente por ti, Polvo se echarán en sus cabezas, Y se revolcarán en ceniza; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en ceniza. Biblia Nueva Traducción Viviente Gritan fuerte por ti y lloran amargamente. Se echan polvo sobre la cabeza y se revuelcan en cenizas. Biblia Católica (Latinoamericana) No conversan más que de ti y lanzan gritos, se echan tierra en sus cabezas y se revuelcan en la ceniza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Darán grandes voces por ti y gritarán amargamente; se echarán polvo en la cabeza, se revolcarán en la ceniza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en la ceniza. Biblia Traducción en Lenguaje Actual Sus gritos eran desesperados; amargamente lloraban por ti, se pusieron ropa de luto, y de muchas otras maneras mostraron su dolor. |
Al tercer día sucedió que llegó un hombre del campamento de Saúl, con sus vestidos rotos y tierra sobre su cabeza. Y ocurrió que cuando llegó ante David, cayó en tierra° y se postró.
Pero cuando alzaron los ojos desde lejos, no pudieron reconocerlo, y echaron a llorar a voz en cuello, y rasgaron sus vestiduras, y esparcieron polvo al aire sobre sus cabezas.
Y tomando un tiesto roto, se rascaba con él, estando sentado en medio de la ceniza.°
¡Gemid, pastores, y clamad! ¡Revolcaos en la ceniza,° mayorales del rebaño! Los días del degüello y de vuestra dispersión están cumplidos; Caeréis como un vaso precioso,
¡Cíñete con saco° y revuélcate en la ceniza, Oh hija de mi pueblo! Haz duelo como por un hijo único, Lamento de gran amargura, Porque viene súbitamente el destructor sobre nosotros.
y Sentados en tierra, guardan silencio los ancianos de Sión, Ceñidos de cilicio, echan polvo sobre sus cabezas. Humillan hasta el suelo su cabeza las doncellas de Jerusalem.
Levantarán endechas sobre ti, y dirán de ti: ¡Cómo sucumbió la ciudad tan alabada! Poblada por gente de los mares. Poderosa en el mar, ella junto con sus moradores, Impusieron su terror a cuantos la rodeaban.
Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.
No lo anunciéis en Gat, no lloréis ni os lamentéis. ¡Revuélcate en el polvo en Bet-afrá!
Y aquel mismo día, cierto hombre de Benjamín corrió desde el campo de batalla hasta Silo, rasgados sus vestidos y echada tierra sobre su cabeza.