Algunos querían prenderlo; pero nadie le echó mano.
Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
Algunos querían que lo arrestaran, pero nadie le puso las manos encima.
Algunos querían llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima.
y algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie puso las manos sobre Él.
Y aunque no faltaba quien quería llevárselo a la cárcel, nadie se atrevía a tocarlo.
Pero los fariseos salieron y, en un consejo contra Jesús, concertaron la manera de acabar con él.
Querían, pues, prenderlo; pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Estas palabras las dijo junto al tesoro, mientras estaba enseñando en el templo; y nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
que yo estoy contigo, y nadie osará hacerte daño, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso'.
A la noche siguiente, se le apareció el Señor y le dijo: '¡Ánimo! Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, tienes que darlo también en Roma'.