Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa».
Salmos 3:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza! Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto. Biblia Católica (Latinoamericana) Mas tú, Señor, eres mi escudo,
mi gloria, el que levanta mi cabeza. La Biblia Textual 3a Edicion Pero tú, oh YHVH, eres escudo alrededor mío, Mi gloria, y el que hace levantar mi cabeza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 cuántos los que de mí dicen: No hay para él socorro en Dios. Selah Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero tú, oh Jehová, eres escudo alrededor de mí, mi gloria, y el que levanta mi cabeza. |
Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa».
Dentro de los próximos tres días, el faraón te indultará y volverá a colocarte en tu cargo. Tú volverás a poner la copa del faraón en su mano, tal como lo hacías antes, cuando eras su copero.
No dejéis que Ezequías os persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”
hasta que yo venga y os lleve a un país como el vuestro, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos, de aceite de oliva y de miel. Así viviréis en vez de morir”. »No le hagáis caso a Ezequías, que os quiere seducir cuando dice: “El Señor nos librará”.
En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel.
Beberá de un arroyo junto al camino, y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas.
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.
El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.
Sabed que el Señor honra al que le es fiel; el Señor me escucha cuando lo llamo.
Dios es mi salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece; ¡mi refugio está en Dios!
El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha.
Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria.
¡Sonríele a la vida, Israel! ¿Quién como tú, pueblo rescatado por el Señor? Él es tu escudo y tu ayuda; él es tu espada victoriosa. Tus enemigos se doblegarán ante ti; sus espaldas te servirán de tapete».
Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe transparente.
La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.