¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos tus siervos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría!
Proverbios 8:34 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas. Biblia Nueva Traducción Viviente ¡Alegres son los que me escuchan, y están atentos a mis puertas día tras día, y me esperan afuera de mi casa! Biblia Católica (Latinoamericana) Feliz el que me escucha,
que aguarda cada día junto a mi puerta
y permanece a la espera, en el umbral. La Biblia Textual 3a Edicion ¡Cuán bienaventurado es el hombre que me escucha, Vigilando en mis portones cada día, Aguardando en el umbral de mis entradas! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada día, guardando los dinteles de mi entrada; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Bienaventurado el hombre que me oye, velando a mis puertas cada día, aguardando a los umbrales de mis puertas. |
¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos tus siervos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría!
Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.
Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos.
Tomarán luego un poco de sangre y la untarán en los dos postes y en el dintel de la puerta de la casa donde coman el cordero.
Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona:
Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen!
»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.
Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.
―Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.
Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.