y siguió el de los jóvenes. Les dijo: «Si mi padre os impuso un yugo pesado, ¡yo os aumentaré la carga! Si él os castigaba con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!»
Proverbios 26:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él. Biblia Nueva Traducción Viviente No respondas a los argumentos absurdos de los necios o te volverás tan necio como ellos. Biblia Católica (Latinoamericana) No respondas a las estupideces de un imbécil, te volverías como él. La Biblia Textual 3a Edicion No respondas al necio según su necedad, No sea que te iguales a él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 No respondas al necio según su necedad, no sea que tú mismo te iguales a él. Biblia Reina Valera Gómez (2023) No respondas al necio conforme a su necedad, para que no seas tú también como él. |
y siguió el de los jóvenes. Les dijo: «Si mi padre os impuso un yugo pesado, ¡yo os aumentaré la carga! Si él os castigaba con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!»
Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una: «¡Pueblo de Israel, todos a vuestras casas! ¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos! ¿Qué parte tenemos con David? ¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?» Así que se fueron, cada uno a su casa.
Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla.
A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos.
Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará.
Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: «No le respondáis».
»No deis lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra vosotros y os despedacen; ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen.
No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendecid, porque para esto fuisteis llamados, para heredar una bendición.
Ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición, sino que dijo: «¡Que el Señor te reprenda!»