Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia.
Proverbios 16:22 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; Mas la erudición de los necios es necedad. Biblia Nueva Traducción Viviente La discreción es fuente que da vida para quienes la poseen, pero la disciplina se desperdicia en los necios. Biblia Católica (Latinoamericana) El buen criterio es fuente de vida para el que lo posee, la estupidez de los tontos será su castigo. La Biblia Textual 3a Edicion Manantial de vida es la sensatez para el que la posee, Pero la erudición de los necios es necedad. Biblia Serafín de Ausejo 1975 La prudencia es fuente de vida en quien la posee; el castigo de los necios es su necedad. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; mas la instrucción de los necios es necedad. |
Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia.
La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte.
El temor del Señor es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte.
La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades.
El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad.
Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber.
Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.
La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal.
Dejadlos; son guías ciegos. Y, si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.
»Ciertamente os aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que os he hablado son espíritu y son vida.
―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.