Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».
Mateo 4:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Biblia Nueva Traducción Viviente Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que allí lo tentara el diablo. Biblia Católica (Latinoamericana) El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, La Biblia Textual 3a Edicion Entonces Jesús fue impulsado por el Espíritu a subir al desierto para ser tentado por el diablo.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. |
Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».
¡Qué sé yo a dónde te va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que tú estás aquí, y luego él no te encuentra, ¡me matará! Ten en cuenta que yo, tu siervo, he sido fiel al Señor desde mi juventud.
―Mira —le dijeron—, aquí se encuentran, entre nosotros tus siervos, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. ―No —respondió Eliseo—, no los mandéis.
Un viento me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías hijo de Azur y Pelatías hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo.
En una visión, un viento me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión desapareció.
Entonces el Espíritu de Dios me levantó, y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: «¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!»
El Espíritu me levantó y se apoderó de mí, y me fui amargado y enardecido, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.
En una visión divina, Dios me trasladó a la tierra de Israel y me colocó sobre un monte muy alto. Desde allí, mirando al sur, había unos edificios que parecían una ciudad.
Entonces el Espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior, y vi que la gloria del Señor había llenado el templo.
Aquella figura extendió lo que parecía ser una mano, y me tomó del cabello. Un viento me sostuvo entre la tierra y el cielo, y en visiones divinas me llevó a la parte norte de Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que provoca los celos de Dios.
Ya no hablaré más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí,
Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados.
Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos le arrastran y seducen.