―Está bien —respondió el mayordomo—, se hará como vosotros decís, pero solo el que tenga la copa en su poder será mi esclavo; el resto de vosotros quedará libre de todo cargo.
Mateo 18:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Biblia Nueva Traducción Viviente En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata. Biblia Católica (Latinoamericana) y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. La Biblia Textual 3a Edicion Y cuando comenzó a arreglarlas, le fue presentado uno que debía diez mil talentos.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando comenzó a saldarlas, le presentaron a uno que le debía diez mil talentos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y comenzando a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía diez mil talentos. |
―Está bien —respondió el mayordomo—, se hará como vosotros decís, pero solo el que tenga la copa en su poder será mi esclavo; el resto de vosotros quedará libre de todo cargo.
Donaron para las obras del templo de Dios ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, y alrededor de seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro.
y le dije en oración: «Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo.
Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece.
»Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Como este no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
A uno dio cinco mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro solo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje.
El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.
El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, me diste cinco mil monedas. Mira, he ganado otras cinco mil”.
Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, me diste dos mil monedas. Mira, he ganado otras dos mil”.
»Después llegó el que había recibido solo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que tú eres un hombre duro, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
¿O pensáis que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?
»Llamó entonces a cada uno de los que debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto debes a mi patrón?”
Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien sacos de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta”.